lunes, 20 de enero de 2014

¿Qué tanto esperar?... para más de lo mismo…



                                           Por:   Ana  Bordas

Flaco favor se le hace a la revolución Bolivariana y al pueblo revolucionario con el discurso de desunión, donde cada quien cree que tiene la razón, mientras el pueblo llano se las ve y las desea,  para sobrellevar el ataque desmedido a que está siendo sometido desde el Imperio,  a través de sus aliados,  los fascistas de la derecha.

Para poder lograr el objetivo,  trazado y perseguido por más de uno que dejo su vida en el camino,  y eso incluye una de las perdidas más sensibles y recientes en esta lucha,  como fue la del Comandante presidente Hugo Chávez,  al que se le acabó el sosiego,  al ver disminuido su tiempo para llevar a cabo todos los planes y proyectos pensados para elevar a la revolución Bolivariana y hacerla irreversible,  y luego  -preso de una enfermedad desgraciada y mortal-,   sintiendo que se le iba la vida,  tener que escoger a un sucesor capaz de darle el tiempo necesario al pueblo para continuar esta construcción magnifica,   que representa la esperanza de la humanidad,  como lo es la Revolución Bolivariana.


Cuando vemos los acontecimientos,  insistimos en que el Compañero Maduro debe recordar que fue electo por el pueblo revolucionario,  siguiendo la petición del Comandante Chávez,  al darse cuenta ese pueblo revolucionario, que la Revolución Bolivariana era,  y es,  el único  y  verdadero legado,  el camino abierto que nos dejó el Comandante Presidente Hugo Chávez. Lo demás,  las diversas interpretaciones que de sus ideas y postulados se puedan hacer  y  se hagan,  más todas las que aporten los pensadores obreros del progreso,  pertenecen al campo del debate que toda revolución debe hacer para alimentarse  y  enriquecerse a partir de unas ideas  que se pierden de vista en el firmamento de los tiempos modernos y futuros

Por lo que,  malamente,  el gobierno debe insistir en tratar de inducir y obligar al pueblo,  por encima de la realidad que vive,  a aceptar otra vía,  que no sea ni siquiera esa que trata de  “humanizar al capitalismo”, por ser éste la suma de los muchos males que aquejan a toda la humanidad,  y,  en especial,  a este pueblo que presenció con dolor,  cómo el asesino confeso,  Capriles Radonsky,  pisaba de nuevo la casa del pueblo que es Miraflores, ya que tal parece que nuestros muertos no importan,  en aras de la  “real  politik”.

Pensamos Compañero Maduro que su discurso ante la Asamblea Nacional,  el que esperábamos con ansias,  ante la gran expectativa por los anuncios que se perfilaban como realmente novedosos y decisivos para la Revolución Bolivariana, fue,  en gran medida y contenido, más de lo mismo. Y nos preguntamos,  frente a la gran crisis económica a que todo apunta, que va a envolver a todos los países  y  que va a hacer que nos revisemos en cuanto a la manera  y  forma,  y  las prioridades en que se invierten los dineros del pueblo,  ¿ Qué hará un gobierno con manía compulsiva aprobatoria,  con la gran cantidad de obras y de inversión (algunas no-prioritarias) que están empezando  o  a media  ejecución ?

No sabemos si somos “ultraizquierdosos”,  palabra vieja-vieja,  al igual que “Pajuatadas”,  que pertenece(n) al archivo folklórico del verbo del pueblo  y que en la época colonial  ya se utilizaba ‘pajuato’  en sustitución de la palabra “tonto, bobalicón o pendejo”, con la que trataba el Dictador Juan Vicente Gómez a quienes sabían más que él,  para pretender minimizarlos. Lo que  sí sabemos es que somos Revolucionarios de izquierda por escogencia propia, al igual que la mayoría de los Camaradas  y  Compatriotas que votaron por usted,  quienes lo hicieron Presidente de esta Patria querida.

Usted debe tener razones para ponerse como un verdulero de esquina, utilizando todo su poder mediático,  para someter al escarnio público a compañeros y camaradas que pertenecen al pueblo de La República Bolivariana de Venezuela,  al igual que usted,  pero sin el poder y la majestad que lo asiste.  Una revolución que no acepta la diatriba,  que no tiene espacio para las críticas que desde adentro formulan sus militantes y desde afuera expresan sus simpatizantes,  no es revolución  ni es nada.  No es sino una simple parodia de gobierno  “de izquierda”  -que podría ser de derecha-,  más  o  menos simpático con el pueblo,  como los gobiernos ’socialistas’ de Europa,  ni  más  ni  menos.

Pero un gobierno que representa al pueblo más vergatario del mundo,  como lo es el pueblo revolucionario de la República Bolivariana de Venezuela,  debe  “demostrar”,  en vez de hablar tanto,  qué es lo que piensa  y  qué es lo que va a ejecutar,  pero,  además,  hacerlo”. Si usted tiene sus ideas,  lo invitamos a que hable fuerte  y  claro,  compañero Maduro. Y explique cuáles son sus enunciados y sus postulados. ¿ A qué le teme ?  ¿ Por qué tanto enroque de ministros?  ¿ Por qué  desestima a compañeros  y  camaradas que pueden aportar y ayudar,  con sus ideas y sus actos,  a este pueblo que espera de su magnanimidad y justicia, y su lealtad incondicional. ¿ A cuáles  ‘dogmas’ alude ?...  siendo usted el que cree en dogmas,  porque su religión  -por si se le olvidó-, ¡ es puro dogma…!,  y  usted insiste en construir un  “socialismo cristiano”.  Y ojo,  sus creencias serán muy respetables  y  muy suyas,  pero usted representa a todo un pueblo que está sufriendo porque usted se está tardando en tomar las decisiones más trascendentales para el futuro de La Revolución  y  la suerte del pueblo.  La guerra contra el pueblo está en pleno apogeo,  mientras usted  discute  lo  que  es  historia…

Y así como tantas veces insistimos con el Comandante Presidente Hugo Chávez en que apresurara la Revolución,  al ver cómo se le escapaba la vida sin haber terminado su obra,  así le decimos desde aquí,  que una revolución paralizada desde el año 2009  permitió la penetración de la contrarrevolución  y  de los enemigos que propiciaron esta guerra a que tienen sometido a nuestro pueblo.  Si usted quiere oír hablar mal del gobierno,  móntese en un ascensor en cualquier Ministerio, métase en una cola donde la gente desesperada se agarra a trompada limpia por una lata de leche,  hable con los trabajadores y los pensionados,  con los campesinos  y  hasta con los dueños de las constructoras que ejecutan obras para las comunidades,  quienes tienen que  “bajarse de la mula “  con los directores de cualquier Ministerio:  Hablemos de corrupción,  compañero Maduro.

Las injusticias no nos gustan,  sabemos que usted está trabajando duro,  pero usted escogió y aceptó ser presidente de este pueblo  y  ponerse las botas de Tribilín…  Entonces demuéstrenos que sí puede hacerlo,  pero  con  humildad.  Después de todo, compañero,  usted también fue un humilde trabajador que devengó un sueldo en “La Cuarta”  y  nadie se lo echó en cara,  ni disminuyó su calidad de revolucionario por ello.


Confiamos en el Líder.

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