El "Legado de Chávez": ¿Repetir los errores del socialismo burocrático?
Por: Javier Biardeau | Aporrea.org
“No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que
todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista.
Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo
interno entre nosotros. Éste es un programa precisamente para afianzarlo y
profundizarlo; direccionado hacia una radical supresión de la lógica del
capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el ritmo de
avance hacia el socialismo. Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un
poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y
dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una
nueva socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad
corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y
producir la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar
completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se
reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la
invención de nuevas formas de gestión política.”
(Hugo Chávez; Programa de Gobierno “Independencia y Patria
Socialista”)
“Nosotros debemos garantizar la marcha de la Revolución
Bolivariana, la marcha victoriosa de esta revolución, construyendo la
democracia nueva que aquí esta ordenada (Constitución Nacional) por el pueblo
en constituyente, construyendo la vía venezolana al socialismo, con amplia
participación, en amplias libertades, que se están demostrando una vez más en
esta campaña electoral para gobernadores, con candidaturas por aquí,
candidaturas para allá, libertades, en plenas libertades...”
(Discurso del 8 de diciembre de 2012)
1.- INTRODUCCIÓN:
Existe una pregunta implícita en el actual debate sobre la
transición al socialismo que no puede evadirse en las presentes circunstancias:
¿Cuál Socialismo para el siglo XXI venezolano? ¿Se trata acaso del mismo
Socialismo Burocrático del siglo XX, que simplemente se re-edita o re-empaqueta
como “Socialismo del siglo XXI”, como lo denuncian explícitamente las
corrientes de oposición de derecha, o como al parecer es deseado o anhelado por
las corrientes de la “vieja izquierda venezolana”? ¿Qué papel cumple el “legado
revolucionario de Chávez” en este debate? ¿Por qué las corrientes de la vieja
izquierda venezolana suponen que se trata de la misma representación
ideológico-conceptual del Socialismo aprendido en los manuales de la ortodoxia
marxista soviética, así sea edulcorado con llamados al “Socialismo Científico”,
a Lenin, a Trotsky o al Che Guevara?
Hay que pasar por muy desprevenidos o selectivamente
sesgados en el terreno de las creencias ideológicas para no captar los llamados
a la superación de estas limitaciones, la necesidad de convocar las
indisolubles relaciones entre Socialismo y Democracia en los planteamientos
finales de Chávez, en el Programa de Gobierno “Independencia y Patria
Socialista”, en el llamado “Golpe de Timón”, en su discurso del 8 de diciembre
de 2012.
Considero que la modificación (que se trata de imputar
actualmente como “falsificación”) del ahora llamado “Programa de la Patria”
ocurrió tempranamente, casi imperceptible, a los ojos y oídos de los partidarios
de Hugo Chávez (desde mi punto de vista, la expresión más ajustada es la de
Programa de Gobierno “Independencia y Patria Socialista”, tal como lo planteó
el mismo Chávez en su presentación definiendo con claridad su horizonte
temporal de ejecución: “Este Programa de Gobierno para el período 2013-2019,
responde a la consecución de dichos supremos objetivos: ¡¡¡ Independencia y
Patria Socialista!!!!”.
De manera, que el primer cambio significativo que se ha ido
naturalizando es la simplificación de la denominación de “Programa de la
Patria”, cuando allí se definen dos objetivos que fueron banalizados como
consignas para rituales oficiales: ¡Independencia y patria socialista!
¡Viviremos y Venceremos! Escuchamos y vimos en una puesta en escena permanente
sin pasar a profundizar en su sustancia ideológico-programática. Actualmente se
habla de “Plan de la Patria”, cuando los “supremos objetivos definidos por
Chávez son dos indisolublemente articulados: “Independencia y Patria
Socialista”. ¿Será adjetiva o accidental esta discusión?
De manera que hay que precisar con rigor los cambios que en
el discurso se vienen dando (consciente o inconscientemente, explícita o
tácitamente, voluntaria o involuntariamente) para comprender y explicar si los
mismos afectan la médula teórico-ideológica (sus estructuras temáticas, sus
núcleos semánticos y pragmáticos) de los planteamientos iniciales de Chávez
antes de su lamentable partida física aquel marzo del año 2013.
Con relación a la relación entre Democracia y el Socialismo,
Chávez señaló en el “Golpe de Timón”:
“Estamos tocando puntos claves de este proyecto, que si no
los entendemos bien y lo asumimos bien, pudiéramos estar haciendo cosas buenas,
pero no exactamente lo necesario para ir dejando atrás de manera progresiva y
firme el modelo de explotación capitalista y creando un nuevo modelo: el
socialismo venezolano, bolivariano, del siglo XXI. El nuevo ciclo de la
transición; la construcción del socialismo, de nuestro modelo. Nosotros debemos
territorializar los modelos. Yo me imagino, por ejemplo, un sector de Sarria,
la calle real de Sarria, el edificio y la panadería, el Pdval y la Farmapatria
son elementos nuevos, como de un injerto. Ahora, compañeros, compañeras,
camaradas, si este elemento no formara parte de un plan sistemático, de
creación de lo nuevo, como una red, esto sería A y esto sería B, esto sería C,
D, E, etc., y una red que vaya como una gigantesca telaraña cubriendo el
territorio de lo nuevo, sino fuera así, esto estaría condenado al fracaso; esto
sería absorbido por el sistema viejo, se lo traga, es una gigantesca amiba, es
un monstruo el capitalismo. Esto lo digo yo no para que nos sintamos
acogotados, amilanados; todo lo contrario, es para coger más fuerzas ante la
complejidad del desafío. Recordemos la Unión Soviética, lo que el viento se
llevó: en la Unión Soviética nunca hubo democracia, no hubo socialismo, eso
derivó y los líderes no se dieron cuenta o si se dieron cuenta no pudieron, y
el imperio aquel golpeando, la culpa no es sólo de la Unión Soviética, la culpa
fue también de todas las agresiones externas, sabotajes económicos, guerras
biológicas, bacteriológicas, bombardeos y explosiones en la industria petrolera
soviética y luego las contradicciones, las divisiones, la cultura. Por eso el
socialismo en el siglo XXI que aquí resurgió como de entre los muertos es algo
novedoso; tiene que ser verdaderamente nuevo, y una de las cosas esencialmente
nuevas en nuestro modelo es su carácter democrático, una nueva hegemonía
democrática, y eso nos obliga a nosotros no a imponer, sino a convencer, y de
allí lo que estábamos hablando, el tema mediático, el tema comunicacional, el
tema de los argumentos, el tema de que estas cosas sean, lo que estamos
presentando hoy, por ejemplo, que lo perciba el país todo; cómo lograrlo, cómo
hacerlo. El cambio cultural. Todo esto tiene que ir impactando en ese nivel
cultural que es vital para el proceso revolucionario, para la construcción de
la democracia socialista del siglo XXI en Venezuela.”
¿Se pueden confundir los términos empleados en el texto
anterior con una apología de los Socialismos Burocráticos del siglo XX? ¿Acaso
Chávez nos habla desde el discurso, representación y concepto de la hegemonía
autoritaria? ¿Hay acaso algún límite para la interpretación de los discursos y
textos de Chávez que conforman su legado? ¿Es (im)-posible trazar su
significación ideológica-política?
Efectivamente, existen éticas y políticas de la
interpretación, sin las cuales es imposible reconstruir con una mínima
fidelidad interpretativa un “corpus textual”. Chávez efectivamente usa y habla
de un signo dialógico y polifónico como lo es el término “Socialismo” (¿o es
que acaso hay una idea exclusiva y mono-lógica de socialismo?), pero construye
su discurso de diferenciación y oposición correlacionándolo con la experiencia
de la URSS, de allí que plantee el imperativo: tiene que ser un Socialismo
Nuevo con hegemonía democrática, con todo lo que implica este discurso sobre el
terreno del cambio cultural. Cuando hablamos de cambio cultural estamos
hablando de cambio de códigos, de registros, de marcos de sentido y
significación, de un acontecimiento que rompe una serie instituida, un régimen
de signos establecido. De manera que no hay posibilidad de restaurar las
significaciones trascendentales del viejo socialismo del siglo XX, no hay
continuidad simple con aquella tradición de prácticas, relatos, relaciones
sociales e instituciones, hay que reconocer de entrada el gesto de ruptura de
Chávez. ¿Comprenderán eso los sacerdotes del Socialismo del siglo XX?
Otro aspecto constituye el claro énfasis en el período de
transición, en su temporalidad específica, en su complejidad, en sus tareas
políticas, en la interpretación sobre cómo dejar atrás de manera progresiva y
firme a la explotación capitalista. ¿Qué significa esto? ¿Por qué no decir
“dejar atrás de manera inmediata y firme” a la explotación capitalista? ¿Cuáles
son las condiciones de partida?¿Acaso no señala que: No nos llamemos a engaño:
la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter
capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a
implantar su propio dinamismo interno entre nosotros? ¿Cómo soslayar este hecho
para obviar las trayectorias necesarias, sus condiciones de viabilidad históricas,
para alcanzar la imagen objetivo, el estado deseado? ¿Y por qué ese énfasis en
el convencer en vez que en el imponer? ¿Qué significa la construcción de la
democracia socialista del siglo XXI en Venezuela?
De manera resumida, las corrientes radicales-ortodoxas,
intentan encontrar en las palabras de Chávez, sus propios presupuestos
ideológicos, sus propios anhelos, sus propios proyectos; y quizás con alguna
humildad deberían dar respuesta a cada una de las siguientes cuestiones
planteadas por el mismo Chávez en el “Golpe de Timón”:
¿Por qué plantea un Nuevo Socialismo?,
¿Por qué plantea la hegemonía democrática?,
¿Por qué habla del fracaso de la URSS?,
¿Por qué justifica la existencia de un período de transición
al Socialismo, enfatizando el carácter progresivo de las transformaciones,
aunque su dirección sea firme?,
¿Por qué habla de convencer en vez de imponer?,
¿Cuál es la importancia del cambio cultural en el nuevo
ciclo de transición?,
¿Qué significado tiene para Chávez la “democracia socialista
del siglo XXI”?
De manera que hay que precisar con rigor donde están las
presuntas falsificaciones de los planteamientos de Chávez, su forma de abordar
el análisis de clases y sectores sociales en Venezuela, su apreciación de la
dinámica geopolítica internacional, de enlazar a este análisis una intervención
política en la correlación de fuerzas (internas y externas), su modo de abordar
la acumulación de fuerzas y el avance revolucionario, de imaginar y trazar el
cuadro de alianzas y conflictos (no antagónicos y antagónicos). Es en este
trasfondo donde es posible analizar el flujo y reflujo revolucionario desde al
año 2005, desde cuando se definió de manera articulada el carácter
antiimperialista y anticapitalista de la revolución bolivariana. Desde mi punto
de vista, cada uno de estos tópicos implica un fuerte cuestionamiento a la
herencia de los socialismos del siglo XX, a su praxis y teoría ortodoxa. De manera
que en este contexto, vale la pena traer a colación un conocido el viejo chiste
sobre la experiencia de la sociabilidad cotidiana en la URSS:
En una escuela de Moscú, una maestra pregunta a sus alumnos
y alumnas: ¿Donde los niños y niñas son los más felices del mundo? Todos y
todas a coro responden: ¡En la Unión Soviética, Maestra! Vuelve a preguntar la
maestra: ¿Dónde los niños y las niñas tienen los juguetes que quieren y todos
los chocolates y dulces que quieren? El coro responde: ¡En la Unión Soviética,
Maestra! ¿Dónde los niños y niñas crecen sanos, alegres y seguros de su futuro?
De súbito, la maestra interrumpe la clase: una niña Liudmila, está llorando de
modo estremecedor. ¡Pero… ¿Por qué lloras Luidmila? Ay Maestra, yo quiero vivir
en la Unión Soviética.
¿Es este tipo de experiencias las que los maestros de la
vieja radical-ortodoxia de izquierda nos quieren sugerir como herencia
reconocida en el legado de Chávez? De modo que luce completamente inviable
intentar reeditar la ortodoxia marxista en cuestiones de transición socialista
para el siglo XXI; sobremanera, encubrir o edulcorar los planteamientos básicos
del “putrefacto espectro del estalinismo” como la posibilidad: “Del socialismo
en un solo país”, “Del partido-único”, “De la planificación burocrática”, “De
la propiedad estatizada”, “De la conciencia del deber de sumisión ideológica” y
“De la hegemonía autoritaria”.
¿Cuál fue la relación de fundamentación y de legitimación
ideológica del “marxismo burocrático-ortodoxo” con relación a los llamados
“cinco comunismos” del siglo XX: URSS, Yugoeslavia, China, Checoslovaquia y
Cuba (i)? ¿Qué diferencia a las “ortodoxias marxista-leninistas” del “marxismo
clásico”; es decir, de las contribuciones de Marx y Engels al movimiento obrero
y socialista mundial? ¿No será necesario ubicar los planteamientos de cada una
de las tendencias que hacen vida e intervienen en el debate político sobre la
transición al socialismo bolivariano y democrático del siglo XXI en Venezuela?
Podríamos poner las ideas en cierta disposición provisional
para el debate, utilizando (y ampliando) por ejemplo, aquella taxonomía
utilizada por Juan Nuño en su obra: “El sentido de la filosofía contemporánea”,
en su capítulo titulado: El Marxismo: la transformación práctica de la filosofía,
en el cual sugería la siguiente clasificación: a) Marxismo Clásico: las ideas
de Marx y Engels, b) las ideas del “marxismo ortodoxo”: reconociendo una
variante ortodoxa alemana y una variante marxista-leninista soviética, c) el
neo-marxismo ortodoxo y d) el neo-marxismo heterodoxo, en el cual era posible
identificar tanto un “revisionismo reformista”, cuyos antecedentes remontan
hasta el reformismo socialdemócrata alemán, como los llamados “revisionismos
revolucionarios”, que tan honda marca han dejado en la constitución del llamado
por Perry Anderson como “marxismo occidental”. Además Nuño señala algo en común
con una pléyade de pensadores que del exilio español enriquecieron los debates
sobre el pensamiento crítico y los estudios sobre Marx en Nuestra América: J.D.
García Bacca, Adolfo Sánchez Vásquez o Federico Riu: el problema de la
fundamentación y legitimación de una orto-praxis o de una “filosofía de la
praxis” que se reclame de una vertiente crítica y abierta a su desarrollo
histórico. ¿O es que acaso el pensamiento y acción de Mariátegui, por ejemplo,
fue una expresión de la ortodoxia teórica soviética? ¿O es que acaso no fue el
Che el que se identificó si excusas como “marxista-leninista convencido” el que
fue madurando su ciclo ideológico-político, para llegar luego a cuestionar los
“ladrillo soviéticos” y comprender las diferentes interpretaciones del marxismo
en el texto de Wright Mills: “Los Marxistas”?
De manera, que no estamos para anhelar un retorno a una
ortodoxia que coloque un guion ideológico cerrado, que inhiba la expresión
legítima de una diversidad de tendencias, o que apele a un argumento de
autoridad indiscutible. Ciertamente habrá confrontaciones y divergencias de
criterio ideológico en el seno del campo de la unidad bolivariana, unidad
defendida por Chávez como condición necesaria e indeclinable de la posibilidad
revolucionaria, pero el asunto allí no responde a un criterio dogmático y
sectario sino a la construcción de la hegemonía democrática en el terreno
interno del propio campo bolivariano. De manera que cabe clarificar y reconocer
la diversidad de tendencias y corrientes revolucionarias, populares,
patrióticas y socialistas en función de la construcción política de la unidad
bolivariana. El legado de Chávez fue unificar este potencial de acumulación de
fuerzas, no restar, ni dividir, ni favorecer la dispersión o el estallido en
mil fragmentos, en medio de la construcción de un nuevo ideario democrático y
socialista.
De manera que a la identificación de los movimientos, corrientes,
fuerzas sociales y políticas presentes en el campo bolivariano podría
conjugarse un análisis de las adscripciones a determinas interpretaciones del
marxismo presentes en la anterior clasificación, agregándole algunos problemas
que la historia del presente ha hecho visibilizar:
a) Si en Lenin hay o no una primera heterodoxia al plantear
una reconstrucción del “marxismo revolucionario” (¿Se fue haciendo “ortodoxia”
paulatinamente?),
b) Si el pensamiento de Trotsky constituye la base de una
heterodoxia u ortodoxia en su interpretación del “marxismo revolucionario”,
c) Si la obra y pensamiento de personalidades como Rosa
Luxemburgo, Karl Korsch, Lukács, Pannekoek (Comunismo de Consejos), Adler,
Bauer y Gramsci constituyen planteamientos de base para una variedad de formas
del “marxismo heterodoxo”,
d) La importancia de la recepción del marxismo-leninismo
ortodoxo en Nuestra América y en el llamado “Tercer Mundo” para estabilizar una
corriente hegemónica marcada por el “marxismo soviético”,
e) Los problemas de recepción e interpretación del
marxismo-leninismo en la revolución cubana: Fidel, el Che Guevara y la
dirección política e intelectual cubana.
e) El neo-marxismo latinoamericano heterodoxo, desde
Mariátegui a las corrientes más flexibles de las formulaciones de la teoría y
enfoques de la dependencia histórico-estructural,
f) La crisis del marxismo-leninismo ortodoxo soviético en el
propio campo socialista,
g) La crisis del neo-marxismo ortodoxo y heterodoxo en el
ciclo de luchas entre 1968-1977,
h) La Nueva Izquierda, los Marxismos abiertos, la Teoría
Crítica, los Posmarxismos, El pensamiento post-estructuralista, las Filosofías
de la Liberación y los Pensamientos Descolonizadores.
De modo que la coyuntura teórica e ideológica de
transformaciones del pensamiento crítico que acompaña a los procesos de giro
hacia la izquierda en Nuestra América no es aquella que permitió la
constitución de la ortodoxia socialdemócrata alemana ni la ortodoxia soviética,
y menos la hegemonía teórica y política del estalinismo. Si dejamos por un
momento de lado algunas fantasías de monolitismo ideológico, pues el mapa
ideológico ha cambiado y radicalmente, para bien o para mal.
A partir de este mapa teórico-ideológico: ¿Desde cuál
plataforma de “teorías críticas y revolucionarias” se reimpulsa el socialismo
del siglo XXI en Venezuela? ¿Cuál es el estatuto de estas “pensamientos
críticos y saberes revolucionarias” frente a Marx, Engels y los “marxismos
ortodoxos”? ¿Cuál es el papel de las ciencias sociales e históricas, de las
humanidades, de las ciencias formales y fácticas, para acompañar un proceso de
transición post-capitalista? ¿Cuál es el papel de los saberes populares, de
todas las experiencias acumuladas en función de la insurgencia cultural, de los
científicos, técnicos, intelectuales, artistas y cultores de las luchas
contra-hegemónicas?
Este complejo magma de fuerzas no se parece a una capilla
ideológica, a un cenáculo político o a una clásica escuela de cuadros. El
asunto allí es como fortalecer y apalancar los mapas teórico-ideológicos para
transitar desde lo que existe efectivamente, con todas sus miserias y
mezquindades, hacia una ruta de cambio estructural. Para graficarlo con
sencillez: no se trata de soplar y hacer botellas, ni de inventar el agua
tibia. Experiencias y saberes acumulados hay, errores y prejuicios acumulados
también. ¿Quién impedirá que se pudran las bases del edificio?
2.- REVISITAR LA “TEORIA REVOLUCIONARIA” DEL PSUV:
En términos más específicos y particulares, ¿Cuál es el
papel de las constelaciones marxistas en la definición de programas de
investigación-acción social, como ideologías políticas y como
doctrinas-programas de organizaciones políticas presentes en el GPP o en el
seno de la izquierda venezolana? Leamos por ejemplo en el Libro Rojo del PSUV
lo siguiente:
“El Partido se esforzará por formar a sus militantes en el
Árbol de las Tres Raíces –el pensamiento y la acción de Simón Bolívar, Simón
Rodríguez y Ezequiel Zamora- y rescatará con sentido crítico las experiencias
históricas del socialismo, adoptando como guía el pensamiento y la acción de
revolucionarios y socialistas latinoamericanos y del mundo, como José Martí,
Ernesto Che Guevara, José Carlos Mariátegui, Rosa Luxemburgo, Carlos Marx,
Federico Engels, Lenin, Trotsky, Gramsci, Mao Tse-Tung y otros que han aportado
a la lucha por la transformación social, por un mundo de equidad y justicia
social, en una experiencia humana que tiene antecedentes remotos, como la
cosmovisión indio-afro-americana, el cristianismo, la teología de la
liberación. Se apoyará en los aportes del Socialismo Científico y en los del
Marxismo en tanto a la filosofía de la praxis, herramienta para el análisis
crítico de la realidad y guía para la acción revolucionaria. El Socialismo
Bolivariano responderá a la praxis creadora, al libre ejercicio de la voluntad
y los anhelos del pueblo venezolano. No será “copia ni calco”, para usar la
expresión de José Carlos Mariátegui, sino “creación heroica”. Nuestro
socialismo reconoce la diversidad de nuestros orígenes, y valora las raíces
indígenas, europeas y africanas que dieron origen a nuestra gran nación
suramericana. Incorpora de la doctrina de Simón Bolívar; particularmente su
visión antiimperialista y su planteamiento sobre la necesidad de unión de los
países nuestro-americanos, de Simón Rodríguez su lucha por la educación
liberadora, popular y para todos, y de Ezequiel Zamora su lucha por la
propiedad social de la tierra, su enfrentamiento a los poderes oligárquicos y
su programa de protección social. Así mismo, asume la unión cívico-militar como
una de sus características fundamentales.” (Libro Rojo, 2010, pp. 38-39)
El PSUV se declara como partido: anticapitalista y
antiimperialista, anticorrupción, socialista, marxista, bolivariano,
comprometido con los intereses de la clase trabajadora y el pueblo, humanista,
internacionalista, patriótico, unitario, ético y con moral revolucionaria,
defensor de los derechos de la madre tierra, defensor de la igualdad y equidad
de género, defensor de los derechos de las personas con discapacidad, defensor
de la democracia participativa y protagónica en la sociedad, como vanguardia política
del proceso revolucionario, original y creativo, defensor, impulsor y promotor
del poder popular, promotor del desarrollo endógeno, defensor de la igualdad en
el seno de la organización, crítico y autocrítico, basado en el principio del
centralismo democrático y de dirección colectiva, disciplinado, practicante de
la democracia interna en el partido
De manera, que a los lectores y lectoras les corresponderá
contribuir a desentrañar la amalgama de elementos ideológicos que conforman
tanto el internacionalismo revolucionario que apoya la liberación de los
pueblos del mundo, la integración suramericana y caribeña, como el nacionalismo
popular-democrático-revolucionario del proceso bolivariano, que junto a
determinados perfiles del marxismo (en tanto filosofía de la praxis,
herramienta para el análisis crítico de la realidad y guía para la acción
revolucionaria) constituyendo las bases teórico-ideológicas del PSUV.
Si tomamos en consideración la clasificación aportada por
Nuño y los problemas mencionados para fecundar una teoría revolucionaria para
abordar los espinosos asuntos de la transición de la vía venezolana al
socialismo bolivariano del siglo XXI, entonces existe un debate abierto sobre
los posicionamientos teóricos, ideológicos y programáticos presentes en el
campo bolivariano.
Evidentemente, si se utiliza con rigor analítico una
caracterización de los aportes conceptuales de José Martí, Ernesto Che Guevara,
José Carlos Mariátegui, Rosa Luxemburgo, Carlos Marx, Federico Engels, Lenin,
Trotsky, Gramsci, Mao Tse-Tung y otros que han aportado a la lucha por la
transformación social, como Bolívar, Rodríguez y Zamora es absolutamente
imposible mantener la tesis de una ortodoxia ideológica, e incluso más que un
campo de heterodoxias, se abre el terreno para diversas expresiones de
eclecticismos, de selecciones, permutaciones y combinaciones inusuales de
elementos ideológicos en contraste con las clasificaciones habituales.
Al parecer en el PSUV no hay una “estructura ideológica”
claramente regulada, una “teoría revolucionaria”, sino una combinación
conflictiva de “pensamientos y saberes revolucionarios”. ¿Afectará esta
condición a los núcleos teórico-ideológicos básicos de los programas y planes
de transición al socialismo bolivariano? ¿Cómo inciden esta diversidad de
referencias ideológicas en la clarificación del rumbo, contenido y alcance de
los procesos de transición socialista en Venezuela? ¿Permitirá esta diversidad
de planteamientos el avance o será una debilidad para enfrentar las tareas
políticas y retos de la transición post-capitalista?
3.- LA POLVAREDA SOBRE LA “FALSIFICACIÓN” DEL PLAN DE LA
PATRIA:
No abundaremos sobre lo conocido. Las referencias directas
en sistemáticos y continuas entregas de artículos de opinión por parte del
colectivo Misión Conciencia y Toby Valderrama, señalando desde el año 2013 que
gobierno se entregaba a las aguas del reformismo, fue subiendo de tono hasta
pasar de una simple divergencia de criterios a una denuncia-acusación que pone
en el foco de la atención una posible “traición al legado revolucionario de
Chávez”.
La desmesurada denuncia-acusación de Valderrama (Desmesurada
porque la evidencia presentada no se ajusta a la tesis de la falsificación de
la totalidad del texto inicial de Chávez, sino a la más débil de modificaciones
que deben ser ponderadas y cotejadas con mayor rigor para evaluar sus posibles
consecuencias políticas y económicas, sobre todo si se presupone erróneamente
que el Presidente Maduro no tiene potestad alguna para proyectar su voluntad
política, que estaría imposibilitado de trazar su estilo de gobierno, de añadir
acentos, de introducir contenidos; es decir, el intentar convertirlo en una
simple marioneta o ejecutor de un plan inflexible previamente establecido), así
como la inconveniente alusión indirecta del propio Presidente Maduro, sin
deslindarse adecuadamente de un ambiente de anti-crítica desde las altas
esferas del gobierno, no contribuye a superar el clima de no-debate interno,
forzando un conflicto que requiere de grandes esfuerzos para canalizarlo,
procesarlo y aterrizarlo en un terreno propositivo. En gran medida, la
polvareda levantada por la denuncia-acusación de Toby Valderrama y del
colectivo (del que hace parte) plantea lo siguiente:
La “falsificación” del Programa de la Patria de Chávez
(primer aspecto de la denuncia-acusación), y
Responsabilizar directamente a la “derecha interna” (segundo
aspecto de la denuncia-acusación),
Todo esto requiere de una larga clarificación y
profundización por parte de Valderrama (y esperamos que la hagan), dada la
gravedad de los señalamientos, pues no se trata de una simple opinión al voleo,
sino que se construye con base a una argumentación cuasi-jurídica basada en la
imputación:
La conducta o hecho imputado: “(…) en el “plan de la patria”
que se presenta a la Asamblea se cuelan unas falsificaciones que manipulan el
pensamiento de Chávez, lo tuercen hacia el capitalismo y convierten al Plan de
la Patria en una franca restauración”;
Esta imputación se fundamenta en la constatación de cambios
significativos, añadidos, deformaciones, sustituciones o supresiones en el
texto: “Programa de la Patria”, lo cual cambiaría el sentido y significación de
las proposiciones allí contenidas, con las consecuencias o efectos señalados:
“manipulan el pensamiento de Chávez”, “lo tuercen hacia el capitalismo” y
“convierten el Plan de la Patria en una franca restauración”.
Por si misma, esta denuncia es muy grave, dado que en la
Gaceta Oficial aprobada se señala: “ (…) el presente Plan de la Patria,
Proyecto Nacional Simón Bolívar, Segundo Plan Socialista de Desarrollo
Económico y Social de la Nación 2013-2019, se fundamenta en los principios y
valores de la Carta Magna, esbozando a cabalidad los planes y políticas a
desarrollar en este periodo constitucional, los cuales procuran la mayor suma
de felicidad social y estabilidad política al pueblo venezolano, bajo el
pensamiento y la acción socialista del Comandante Supremo y Líder de la
Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, inspirado en el ideario antiimperialista del
Padre Libertador Simón Bolívar.”
Y por si fuera poca la denuncia-acusación, se añade un
elemento crucial de toda la polvareda, que es justamente el nudo de la cuestión
para efectos de las relaciones de fuerzas ideológicas y políticas:
b) La responsabilidad en un agente: “(…) queda develado que
dentro de la Revolución existe una feroz lucha interna, y está claro que la
derecha actúa sin ningún tipo de escrúpulo, su objetivo es yugular la esperanza
socialista y ese objetivo justifica cualquier patraña”.
De manera que apoyando el planteamiento de la “irreverencia
de la crítica”, así como la asunción de sus implicaciones y consecuencias, se
justifica la siguiente propuesta de acción para el campo revolucionario:
“Los Revolucionarios están en el deber de participar en esta
lucha interna cuyo principal campo de batalla es la ideología, la teoría, es
allí que se decide el rumbo del proceso, allí es que se defiende el pensamiento
de Chávez, su sueño.”
No olvidemos que a lo largo de estos últimos años el
problema es que cuando se ha tratado y se trata de levantar alguna insurgencia,
rebelión, cuestionamiento, insumisión o polvareda revolucionaria, los
“mecanismos de defensa” de la alta burocracia política del gobierno bolivariano
ha funcionado eficazmente para ahogar cualquier plataforma orgánica de
discusión entre corrientes, tendencias y fuerzas políticas que apoyan la
revolución bolivariana. Allí se bloquea discutir sobre aspectos medulares de la
“transición venezolana al socialismo”, y se apela a los “procedimientos”, a los
estatutos, a los llamados “problemas de método”, incluso se insinúan las
amenazas y tribunales disciplinarios que en realidad encubren claras
directrices políticas de liquidación del debate y de la reflexión crítica a fondo,
tomando el procedimiento y la forma o el relevo de aquello que es lo sustantivo
y el contenido de la discusión, cubriendo con un manto de censura, autocensura
y silencio la “problemática de la transición socialista”. Pero también hay que
reconocer que ninguna tendencia, corriente, fuerza social o factor política
tiene el monopolio a priori de la verdad para estar lanzando acusaciones al
voleo sin considerar sus implicaciones y consecuencias en el terreno más
inclusivo de las correlaciones de fuerzas políticas, nacionales e
internacionales. Seria vano meterle la espuela en el ojo al caballo que se
cabalga.
Vale la pena entonces, esforzarse por clarificar el “campo
de batalla”, identificar con precisión no sólo a la “ideología de derecha” en
términos genéricos, sino pasar a determinar a aquellos representantes teóricos,
ideológicos, económicos, mediáticos y políticos que corresponden al concepto
genérico de “derecha interna” (como lo hizo Marx, por ejemplo, en el 18
Brumario de Luis Bonaparte), pues si trata de defender el “pensamiento de
Chávez” no puede haber medias tintas ni muestras de falta de coraje con
relación a la identificación de los “agentes de la derecha interna” (más aún si
se coloca sobre la mesa una hoja de vida indeclinablemente revolucionaria como
alegato), cuyas manos intervinieron en la falsificación (no fueron fantasmas
los que hicieron los “cambios”, “añadidos” y “supresiones” señalados como
prueba o evidencia), agentes “inescrupulosos que yugulan la esperanza
socialista”, cuyo “objetivo justifica cualquier patraña”. La tesis del agente
debe ser despejada, si no se quiere prestar la denuncia a una suerte de apuesta
sobre una proyección de identidad nebulosa.
No hacerlo implica callar justo para no ir a la raíz o la
médula de la denuncia-acusación señalada. La posibilidad de actos de
manipulación del pensamiento de Chávez para lograr determinados objetivos
políticos (“franca restauración” para Valderrama), habían sido advertidos por
Carlos Lanz cuando señaló:
“(…) las ideas y la obra del Cmdt. Chávez van a ser leídas e
interpretadas de diversas maneras, en muchos casos, sin considerar
exhaustivamente el contexto, el momento o circunstancias históricas. Como le es
inherente a cualquier obra intelectual o pensamiento en desarrollo, no se va encontrar
en ningún autor ideas acabadas y elaboradas en línea recta, y por esto sería
una pretensión iluminista exigirle al pensamiento del Cmdt. Chávez una clara
definición socialista en todo lugar y tiempo, cuando el mismo reconoció que se
movió en el camino de la “tercera vía” en el periodo previo al 2005, postura
esta donde predominan concepciones inspiradas en la justicia distributiva y de
equidad sin poner en discusión las relaciones de producción capitalista. En tal
sentido, no debe sorprender el hecho existan o aparezcan posturas ideológicas
en el seno del “chavismo” que haciendo lecturas e interpretaciones de tal o
cual elaboración (textos, discursos) del Cmdt. Chávez antes del año 2005,
releguen o subestimen su proceso de radicalización en la transición socialista.
Por eso, también hemos sostenido que este nudo problemático de “lecturas e
interpretaciones” del pensamiento chavista va a cobrar fuerza ahora cuando éste
ya no está presente y pueda aclarar tal o cual sesgo interpretativo. Por ello,
debemos prepararnos para un periodo signado por los “usos y abusos” de Chávez.”
(Carlos Lanz (http://www.aporrea.org/ideologia/a180009.html)
De manera que el caso de la presunta “falsificación” del
Plan de la Patria, encuadra en los llamados “usos y abusos” de Chávez. En este
último aspecto, caben en la actualidad las siguientes preguntas:
¿Cuál ha sido la producción teórica e intelectualmente
comprometida, como “filosofía de la praxis” que contribuyó a la formulación del
programa de Gobierno de Chávez: Independencia y Patria Socialista?
¿Cuál fue la participación y el protagonismo de instancias
técnicas, del aparato de estado, de estratos intelectuales de las clases
populares y subalternas, de sus fuerzas sociales, movimientos sociales y
factores políticos en la formulación del programa de Gobierno de Chávez:
Independencia y Patria Socialista?
¿Cuáles fueron las modificaciones y ampliaciones del
Programa de Chávez: Independencia y Patria Socialista, en el proceso de
consulta constituyente y luego al convertirse en propuesta de Plan de la
Nación, para ser aprobado por la AN?
¿Cómo se relacionan estos puntos con la cuestión ideológica
y teórica en la dirección política y ético-cultural de la revolución
bolivariana?
¿Las modificaciones constatadas en el Plan de la Nación con
relación al programa de Gobierno de Chávez son suficientemente concluyentes
para hablar de una falsificación favorable a una restauración y hecha por un
agente específico: la derecha interna?
Respondiendo a estas inquietudes podremos abordar con un
análisis en detalle, colectivizando la discusión, las diferencias y acentos
socio-ideológicos entre el “Programa de la Patria” de Chávez y el “Plan de la
Patria” que es presentado a la AN por el Gobierno de Maduro, la llamada
“focalización ideológica” del legado de Chávez, la distinciones entre derecha e
izquierda; y finalmente la importancia de la distinciones convencionales entre
reforma y revolución en un cuadro de mantenimiento de la revolución bolivariana
definida, por una parte, por su carácter democrático, constitucional, pacífico
y electoral; y además en múltiples expresiones públicas por su carácter
revolucionario, antiimperialista, socialista, bolivariano, chavista y
cívico-militar.
Me parecen acertadas, para comenzar a despejar estos
asuntos, los comentarios de dos analistas y activistas del proceso bolivariano
revolucionario, que exponen sus planteamientos de una manera franca y directa y
que pueden canalizar propositivamente la discusión:
“En 2014, entramos en la etapa del Cambio de Estructura que
nos obliga a la producción intelectual y la práctica concreta de profundizar el
Proceso Revolucionario. Momento que exige a los constructores (la izquierda
socialista) del nuevo sistema político temperancia, conciencia y humildad.
Punto decisivo para diferenciar lo que es reforma y lo que es revolución.
Coyuntura para sincerar posiciones políticas e ideológicas. Línea divisoria que
marca la realidad de los dos sistemas políticos encontrados: democracia
representativa (popularmente categorizada como la IV República) y la Revolución
Bolivariana (origen del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI). Estamos,
entonces, de frente a la historia y con la obligación de rendir cuentas al
pueblo y a nosotros mismos.” (William Izarra. En:
http://www.aporrea.org/actualidad/a179528.html)
“Finalmente, la lucha revolucionaria no es algo lineal que
indique que mediante unas recetas llegaremos finalmente al socialismo. Marx en
su carta a Joseph Weydemeyer en 1852 decía que los economistas burgueses ya
habían analizado la anatomía económica de la lucha de clases, y que el aporte
de la teoría socialista se dirigía a utilizar la lucha de clases para lograr el
poder político de la clase trabajadora, pero que este poder político no es más
que el tránsito hacia una sociedad socialista. Como vemos, la transición
requiere de conocimiento de la realidad política y económica para lograr llevar
a feliz término la construcción de la sociedad nueva, y esa transición lleva aparejada
una diatriba interna en el propio campo revolucionario para diseñar el conjunto
de medidas que faciliten la transición.” (Luicidio García. En:
http://www.aporrea.org/actualidad/a179490.html)
Un militar de carrera y un trabajador bolivariano nos dan
algunas pautas para ser procesadas en función de avanzar en una transición
socialista basada en una nueva cultura de debate y en una nueva hegemonía
democrática. Vale la pena, desde allí, abrir instancias de discusión. ¿Existirá
la madurez política y el trabajo unitario, revolucionario y bolivariano para
hacerlo?
i
http://elpais.com/diario/2006/04/05/agenda/1144188006_850215.html
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