miércoles, 15 de enero de 2014

De quimeras burguesas que brincaron hasta el 2014


Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez


“...la clase dirigente tradicional, que tiene un numeroso personal adiestrado, cambia hombres y programas y reasume el control que se le estaba escapando con una celeridad mayor de cuanto ocurre en las clases subalternas; si es necesario hace sacrificios, se expone a un porvenir oscuro cargado de promesas demagógicas, pero se mantiene en el poder”.

Antonio Gramsci.

"El capitalismo ha logrado universalizarse y universalizar su cultura, y esgrime con gran fuerza esos logros contra la humanidad y el planeta."

Fernando Martínez Heredia.


El acceso subsidiado a un automóvil, el acopio de capital para la renta improductiva y el uso confortable de la violencia, son de las quimeras que lograron brincar desde año anterior hacia este con éxito; a través de la cultura. Es evidente que la promoción para el consumo de un capitalismo abstracto, por “eterno” logra una victoria de la clase dirigente tradicional burguesa sobre una porción, no despreciable, de los dominados o “vencidos” en estado permanente de exclusión. Para los que no hay futuridad posible, sino mediante determinados “tarecos” de la cotidianidad imperialista.


Es un problema de tupición en la cañería del sentido común; es decir, un problema cultural. Aún cuando alguien crea que intento “botarme de salao” –como decimos en Cuba al nivel de la semántica callejera.

¿Suena algo escabroso? Siguiendo al eminente Iuri Lotman lo que se comunica, que es mediante el lenguaje, deviene en norma práctica –o praxis del fundamento político en toda cultura-, con que organizar al mundo en el que está contenido el individuo. Tal fundamento establece una relación del presente con el pasado: ¿cómo? mediante programas de comportamiento social que mantienen una interacción constitutiva con el pasado, de forma que cualquier permanencia –longevidad/eternidad-, valoriza al posible futuro como prolongación de ahora –del presente.[i]

Lo que no franquee ese tamiz, ni siquiera pasó de moda; sencillamente no existe.  El sistema capitalista ha impuesto su propio tamiz, hegemonía mediante, a través de sus “tarecos” o “cosas” como implicantes absolutos de un presente con futuridad, Es decir, ha manipulado ese principio lotmaniano: imponiendo la dilucidación de un “pasado” con dimensión des-histórica determinada, desde las normas de su cultura que rigen a un presentismo, donde coloca a la cañona a su propio tamiz con que futurizar, solamente, a lo que responda a sus intereses.

El dolor de cordal consiste en que, la cultura del capitalismo no posee acumulación o totalidad histórico-cultural.[ii] No es una cultura (cotidianidad) proveniente de la interacción con una acumulación histórica (Cultura) determinada: la hindú, la china, la árabe, la bantú, la yoruba, maya, aymara, wayúu, japonesa; etc. Ni siquiera la griega, o la accidentada, imperial y copiona por pleonástica, romana antigua; a las que asume mediante malversación deshistorizada como su génesis. Sino la consecuencia de la implementación de las relaciones sociales de producción capitalista, desde la emergencia de una nueva clase social: la burguesía; cabalgando en su expansión global sobre la modernidad europea.  Quizás suene raro, pero las verdades, las realidades mondas y lirondas frecuentemente repiquetean bastante complicado.

El enredo viene de la pseudo intelección sometida, por parte de una población enorme que habita a la actual mundialización del sistema capitalista, que asume a esa cultura burguesa como la “cultura posible”.

El cambio social radical socialista, busca desmantelar a ese entuerto epistémico; bien aferrado al sentido común del individuo medio, no diestro, mediante esos “tarecos” que definen a su cotidianidad, y pretenden que se la discierna equivalente a la cultura legitimada en su interacción con el mayor desarrollo tecnológico posible. No hay que darle la vuelta completa al trompo; es la actual hegemonía capitalista angloestadounidense la que cumple con esos “parámetros”. Por ende, es la cultura posible como eternización del sistema.

Cuando dentro del cambio radical socialista posible se levanta el primer “chichón”, la gente comienza a exigirle al proyecto socialista, concentrándose en el sentido común capitalista. Daremos ejemplos para no escribir tanto en “sanscrito”:

Cuba es un proyecto socialista radical para el cambio social[iii]; una nación y cultura con génesis en una sistémica esclavista, saliendo del flagelo del monocultivo; a su vez acosada por una guerra político-económica impuesta, precisamente, por esa hegemonía angloestadounidense desde hace más de medio siglo. Los actos efectivos de justicia social, desde hace 55 años, supuestamente significan nada ante la posibilidad culturizada por el capitalismo de tener acceso a un automóvil.[iv]

En un país sin industria automovilística, el gobierno revolucionario está “obligado” a “garantizarle” un carro a cada individuo al que se le antoje la propiedad de uno.[v] Porque, contradictoriamente, el desarrollo y mantenimiento de un stock de transporte público es un asunto, solo, del “gobierno”; allá él. Así es que el Estado debe poner esa “urgencia” automovilística por sobre, no solo las guaguas para el servicio público; también por sobre todos los actos efectivos de justicia social. O, está obligado a mantener esos actos de justicia social, y al mismo tiempo garantizarle el acceso a un carro –si “americano” mejor-, a todo el que crea que merece o necesita uno.

Es justo admitir que, la política seguida en Cuba para la asignación de autos por asuntos de trabajo –chapas estatales-, o privados a profesionales –chapas particulares-, con cierta regularidad sufrió de una esquizofrenia circunstancial propia de quien intenta repartir con la “lógica de la pobreza” en medio de una escasez concomitante con la inexistencia de lo vital; propiciando el descontrol institucional.

La rectificación radical socialista implica a la necesidad de apelar a la venta liberada de autos a precios que posibiliten acopiar fondos para disminuir la situación desesperante de la mayoritaria población peatonal del país. Los precios de venta son altos; en algunos casos bastante altos. A quienes aspiren a comprar un auto a precio subsidiado, y están ya hasta levantando sus “garajitos” habría que preguntarles cuánto les costó el título de nivel superior que ahora les permite pensarse profesionales con derecho a una obligada diferenciación pseudo burguesa. El derecho a adquirir un auto por quienes tengan los fondos legales para ello está garantizado; el problema no es vetar a la venta de automóviles. Pero; ¿subsidiar un lujo?

Esa obsesión a veces alcanza festones rocambolescos. La BBC[vi] describió a la nueva ley cubana que permite la venta libre de autos a precios no tan asequibles, como un síntoma del “colapso del gobierno”[vii]. Pero olvida que la transición socialista garantizando un auto a cada individuo es una deformación idiota del capitalismo, que se cree a sí mismo una cultura con acumulación o totalidad histórica. ¿A quién se le ocurrió que un socialismo sustentable, posible, en tanto transición social, se vadea cada cual en automóvil?

Si existe, en medio del bloqueo yanqui, una lucha peliaguda por la sustentabilidad alimentaria, a qué viene un mercado emergente para la venta subsidiada de autos a particulares en función de expeditar diferenciaciones que subrayen a la alienación y exclusión de las mayorías como normas inalienables. A un acopio que vaya dirigido al círculo pro burgués, sobre todo en un contexto de crisis capitalista que está haciendo polvo a esa llamada burguesía media hacia la que algunos quieren saltar desde el abandono del proyecto socialista radical, pisando las cabezas de esa mayoría.

Gorz, que no ha sido ni es “santo de mi devoción”, ya en 1973 - Le Sauvage-, escribió un ensayo[viii] acerca de las desventajas de la cultura del automóvil donde incluye preciosuras como éstas:

[Los automóviles son] "bienes de lujo inventados para el placer exclusivo de una minoría muy rica, y que nunca estuvieron, en su concepción y naturaleza, destinados al pueblo. A diferencia de la aspiradora, la radio o la bicicleta, que conservan su valor de uso aun cuando todo el mundo posee una, el automóvil, como la finca a orillas del mar, no tiene ningún interés ni ofrece ningún beneficio salvo en la medida en que la masa no puede poseer uno."[ix]

¿El automóvil y la democratización social desde la cultura burguesa?

"el auto es un bien de lujo. Y el lujo, por definición no se democratiza: si todo el mundo tiene acceso al lujo, nadie le saca provecho; por el contrario, todo el mundo estafa, usurpa y despoja a los otros y es estafado, usurpado y despojado por ellos."[x]

Y que el Estado (que es una relación social); sobre todo si desde cambio radical anticapitalista, se lo crea a pies juntillas... (¿!)

"hay muchos demagogos que afirman que cada familia tiene derecho a, por lo menos, un coche, y que recae en el “Estado” del que forma parte la responsabilidad de que todos puedan estacionarse cómodamente y circular a ciento cincuenta kilómetros por hora por las carreteras. [...] La monstruosidad de esta demagogia salta a la vista y, sin embargo, ni siquiera la izquierda la rechaza."[xi]

¿La relación entre el lujo del auto como diferenciación social burguesa y la violencia?

Lamentablemente, la disconformidad con las injusticias de la sociedad capitalista no siempre se expresa a través de un proyecto emancipatorio radical; eso solo se expedita con cultura política anticapitalista a través del pueblo políticamente organizado y empoderado en democracia.

La violencia en función de actos ilegales con que insertarse en la polarización distributiva insoportable durante el acopio parasitario de capital, se manifiesta a través de la falta de conciencia de clase; es decir, desde una actitud de sometimiento donde el excluido o dominado factura su intención de hacerse de algo –a cualquier precio- de esa riqueza usurpada en el acopio imperialista, en busca de “mutar” él también en burgués, aún mediante los modos más espurios: la malversación, el narcotráfico, el mercenarismo en contra de los suyos. El asesinato que no excluye a los mismos privilegiados del jet-set.[xii] El poder imperialista prefiere atravesar por ese camino de espinas antes que una revolución social, y así conservar su “triunfo”[xiii]. En el caso de Cuba no se limita a vender autos caros,  ni en el de Venezuela bolivariana, a rebajar, hasta lo “justo”, la adulteración de precios impuesta por la ultraderecha y la no ultra malversadora:

"El automovilismo de masa materializa un triunfo absoluto de la ideología burguesa al nivel de la práctica cotidiana: funda y sustenta, en cada quien, la creencia ilusoria de que cada individuo puede prevalecer y beneficiarse a expensas de todos los demás. El egoísmo agresivo y cruel del conductor que, a cada minuto, asesina simbólicamente a “los demás”, a quienes ya no percibe más que como estorbos materiales y obstáculos que se interponen a su propia velocidad, ese egoísmo agresivo y competitivo es el advenimiento, gracias al automovilismo cotidiano, de una conducta universalmente burguesa."[xiv]

La plutocracia global, verdadera propietaria del acopio mundializado de capital, avanza a una velocidad automovilística imposible de alcanzar por las mayorías excluidas, que, conformadas por individuos que sueñan cada uno con apropiarse de “su” automóvil para intentar alcanzar a esa plutocracia, o al menos pasarle por encima a quien va a pie –que es un acto de violencia-, mientras puedan ir “acercándose”, de manera ideal a la plutocracia. De ahí que la politización burguesa que convierte a un lujo en “acto de justicia social”, esté invisibilizada en su implicación cultural –Lotman nos hace un guiño-, y la interacción entre cultura y tecnología sea el modo “inexorable” de discernir al progreso civilizatorio. Deben tener extremo cuidado las izquierdas –si anticapitalistas- porque puede pasarles como a los ingenuos que confunden la justicia social con la tecnocracia, cuando el mercado capitalista entendió, en el apogeo del keynesianismo que:

“Bastaría con bajar el precio del auto mediante la producción en masa y el montaje en cadena. La gente se apresuraría a comprar uno. Tanto se apresuró la gente que no se dio cuenta de que se le estaba manipulando. ¿Qué le prometía la industria automóvil? Esto: “Usted también, a partir de ahora, tendrá el privilegio de circular, como los ricos y los burgueses, más rápido que todo el mundo. En la sociedad del automóvil el privilegio de la élite está a su disposición.” […] La gente se lanzó a comprar coches hasta que, al ver que la clase obrera también tenía acceso a ellos, advirtió con frustración que se le había engañado. Se le había prometido, a esta gente, un privilegio propio de la burguesía; esta gente se había endeudado y ahora resultaba que todo el mundo tenía acceso a los coches a un mismo tiempo. ¿Pero qué es un privilegio si todo el mundo tiene acceso a él? Es una trampa para tontos. Peor aún: pone a todos contra todos.” [xv]

Esa “trampa para tontos” llegó a su clímax con la implementación del neoliberalismo. La violencia social, simbólica y efectiva que impone el acopio de capital y de todo lo que pueda llegar a convertirse en capital, en tanto parasitaria, durante la consecución de una renta improductiva posible, expande sus réplicas hacia, y de todos los estratos sociales unos contra los otros, incluso al interior de proyectos de emancipación social radical socialistas, donde se desata cierta su2per-tensión competitiva entre los individuos y entre los mismos estratos por definir quién se mueve en carro o a pie durante el cambio social anticapitalista.

Llevar a cabo Misiones sociales y a su vez intentar crear condiciones confortables para esa “competición” implica que con un solo cuerpo, cada pierna tome por un rumbo diferente. Y ese puede ser el soporte teórico que exprese un acto de violencia social. ¿Camino a dónde vamos? Los cambios sociales a través de reformas, son solo una serpiente que se muerde la cola, de regreso a la eternización del capitalismo. ¿A quién se le ocurre que, el auge en la comercialización de automóviles debe imponerse por sobre la inversión en el transporte público –o en la materialización de actos efectivos de justicia social-, con que profundizar a los antagonismos en la lucha de clases a favor de la guerra cultural desplegada por esa plutocracia global en el “rescate” y mantenimiento del lujo como norma cultural?

La interacción entre ostentación socioclasista de las diferencias, la violencia en tanto espacio social confortable y el rentismo improductivo, caracteriza a la sociedad capitalista en plena crisis global. La falta o insuficiencia de un pueblo políticamente organizado y empoderado en democracia, propicia un “iconismo” manifiesto en los actos de incultura política anticapitalista, que no solo puede llegar a traicionar el legado de los héroes de Nuestramérica; a su vez llevar a las mayorías desorganizadas políticamente a esa violencia mundializada que se deslocaliza hacia los espacios sur y mantiene el estrabismo de los individuos concentrados en los espejismos que regala la cultura capitalista, como una estrategias con que aliviar sus propias crisis.

La crisis capitalista brinca, de un año al otro, con sus quimeras de las que algunos tontos se apropian. Pero los cambios sociales radicales no viajan a través de fetichismos; ni la gobernabilidad, ni la posible paz social, ni los actos sociales efectivos de justicia, ni el poder del pueblo políticamente organizado en democracia y empoderado se garantizan a través de la comercialización imperialista. Es poco probable que exista algo más cultural que el cambio político radical en una sociedad.

Los fantasmas de la clase dirigente tradicional burguesa rondan y hasta se trepan por nuestras insuficiencias para des-futurizar a los cambios radicales anticapitalistas, en busca de retomar el poder. ¡Ay del pueblo políticamente organizado que lo olvide!


Desde el litoral oeste de La Habana marxista, martiana, revolucionaria y bolivariana.
15/01/2014








[i] Valdría la pena visitar a Lotman a través de lo que nos relata Méndez Rubio: "En su ensayo con B.A. Uspenskij «Sobre el mecanismo semiótica de la cultura», Lotman reconoce sin reparos la condición medular de la función política en toda cultura: “El trabajo fundamental de la cultura consiste en organizar estructuralmente el mundo que rodea al hombre” (1979: 70). Las dinámicas comunicativas se definen entonces como dispositivo concéntrico cuyo motor es el lenguaje, como sistema normativo que -frente a lo que ocurre con la orientación hacia el futuro de los programas de comportamiento- mantiene una relación constitutiva con el pasado, de forma que la permanencia, la ‘longevidad-eternidad’ aparece como criterio de valor y de unidad para el cual el futuro importa únicamente como prolongación del ahora (1979: 72-73)."  Antonio Méndez Rubio. HACIA UNA CARACTERIZACIÓN POLÍTICA DE LAS CULTURAS. http://www.ugr.es/~mcaceres/Entretextos/entre3/mendez.htm
[ii] Ver:  Samir Amin. La desigualdad actual es el hecho social e histórico más impresionante de la historia. La Haine. 7/10/2010. http://www.lahaine.org/
[iii] Ver: Renaud Lambert. Hacia el socialismo posible. Cuba, los frijoles y la reforma. Le Monde diplomatique | el Dipló 142 | abril 2011. págs. 14-16
[iv] Ver: Leonardo Padura. Cuba: ¿Qué planes tienes para Año Nuevo? Sinpermiso.info. 29/12/13. http://www.sinpermiso.info.  (http://www.ipsnoticias.net/  9 de diciembre 2013)
[v] Ver: Fernando Ravsberg. La odisea de comprar un auto en Cuba - BBC Mundo, La Habana. Miércoles, 4 de septiembre de 2013.
[vi] Ver: Redacción. El exorbitante precio de los autos en Cuba: hasta US$262.000 por un Peugeot. BBC Mundo Viernes, 3 de enero de 2014. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias
[vii] Ver: Fernando Ravsberg. La deuda que Cuba no le pagará nunca a Moscú -BBC Mundo, La Habana. Viernes, 22 de febrero de 2013
[viii] André Gorz. La ideología social del automóvil. La Rosa Blindada. 06. Ene.14. http://www.rosa-blindada.info/?p=2619
[ix] André Gorz. Ibidem.
[x] "Ningún demagogo ha osado todavía pretender que la democratización del derecho a las vacaciones supondría una finca con playa privada por cada familia francesa. Todos entienden que, si cada una de los trece o catorce millones de familias hiciera uso de diez metros de costa, se necesitarían 140,000 kilómetros de playa para que todo el mundo se diera por bien servido. Dar a cada quien su porción implicaría recortar las playas en tiras tan pequeñas –o acomodar las fincas tan cerca unas de otras– que su valor de uso se volvería nulo y desaparecería cualquier tipo de ventaja que pudieran tener sobre un complejo hotelero." André Gorz. Ibidem.
[xi] André Gorz. Ibidem.
[xii] Ver: Prensa Web YVKE. Capturan banda "Los Rapiditos" por asesinato de Mónica Spear. Aporrea.org. 08/01/14. http://www.aporrea.org/actualidad/n242880.html
[xiii] Ver: Daniel Pardo. Venezuela: cómo es vivir en un país con violencia rampante. BBC Mundo, Caracas. Jueves, 9 de enero de 2014 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias
[xiv] André Gorz. Ibidem.
[xv] André Gorz. Ibidem.

1 comentario:

  1. Con el mayor respeto pero es que los precios de autos de Cuba hoy se van del mercado, pasará como con los celulares que pasado el tiempo cuando ya no vendan porque el mercado solvente se saturó los rebajarán, eso hacen todos los capitalistas, no creo que los cubanos que son aprendices ahora inventen una nueva teoría.
    Y lo más importante es que el gobierno cubano ha fallado a la palabra que dió, dijo que pondría precios referencia del mercado negro, y ¿dígame usted 250 mil CUC alguine vendía un auto en el mercado negro cubano?
    Un saludo

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