"Nadie en sus cabales cree hoy que la economía es más importante
que la política, pero por la misma razón, tampoco es creíble una política que
no ponga en cuestión abiertamente a la economía. Una economía que nos ha
recordado de forma brutal que la lucha de clases sigue estando vigente y que,
al menos la derecha no lo olvida. [...] ¿Por qué razón deberían detraer parte
de sus rentas para seguir atendiendo a una masa de proletarios cuya principal
misión en la vida debe ser producir plusvalía para asegurar la reproducción del
sistema?"
Ramón Molina.
Se experimenta una sensación extraña de dispersión del discernimiento.
Todo lo que urge rectificar del modelo socialista; o lo que urge alcanzar para
el cambio radical socialista, atraviesa por el tamiz de “terciopelo”, de una pasividad
“espiritual” socialista que margina a los conflictos antagónicos de la lucha de
clases. Una recurrencia a la
pacificación mental burguesa a la que se opone Iñaki Gil de San Vicente.
Esta semana terminó el ejercicio de la defensa popular BASTIÓN en Cuba;
con una movilización y coherencia en su efectividad política evidentes. Pero al
nivel de nuestra cotidianidad acumulamos tendencias de una reproducción que
ignora, precisamente, todo lo que hace a ese ejercicio medular para la
soberanía del país: "el
mensaje consumista, frívolo, […] digamos proyanqui, con una cierta idealización
de ese mundo norteamericano ha influido en algunos segmentos de nuestra
población y yo diría que contamina el ambiente espiritual en Cuba" [1]
Una porción de la subjetividad dentro del modelo actual cubano,
interactúa con la realidad harto compleja -debido a los cambios emergentes con
que salvar y hacer avanzar a la propuesta socialista-, desde una dimensión
cultural y del discernimiento político que intenta desclasar a nuestra
sociedad. Esa impresión debe ser objeto de un análisis crítico más metódico,
ordenando los resultados de la observación fruto de tal análisis crítico para socializarlo
mediante la producción de pensamiento. Parece ser la de una tendencia a
consensuar con la dimensión más cómoda para los intereses del imperialismo; y
dentro de nuestra cotidianidad, esa tendencia apunta a un “pio-time” con las referencias o las presiones hegemónicas que acompañan al
bloqueo angloestadounidense contra Cuba desde hace más de medio siglo. Y que
puede expresarse en público con cierta “costumbre” de hacer grupitos guatacones
alrededor del portador de la divisa (dólar) o de la ostentación, aún si
disimulada del ciudadano extranjero parásito o de quienes se adhieran a sus
intereses en la cuadra o el barrio; grupitos caracterizados en su composición
por los “mercenarios” en disimulo o no del modo de vida global burgués
“americanizado”, o la gente sensible a las relaciones tóxicas como la
corrupción, el cobro al barato, o la estafa monda y lironda. Y que, además,
tiene a las personas más vulnerables: los ancianos con bajo nivel de
intelección política, a la gente pobre con cultura general precaria y a ciertos
tipos de debilidades mentales leves como sus más preciados objetivos;
fácilmente des-integrables.
Lo más notable de este asunto que va adquiriendo la categoría de proceso, es que dicha tendencia forma, a nivel de vecindario, un crapuloso
“movimiento” en pos de dilucidar como “antisociales” a quienes se enfrenten
resueltamente a dicha tendencia. Va faltando praxis política local al
llamamiento que hizo el General de Ejército Raúl Castro para el enfrentamiento
resuelto a ilegalidades que devinieron en acciones políticas subversivas para
el trastorno de la legalidad socialista en democracia que requiere el momento.
Lo más peligroso consiste en que personas humildes, que de una forma u
otra debido a su estatus de vulnerabilidad social estén protegidas por actos
efectivos de justicia social socialista, comienzan un repliegue a favor, que
los aleja del consenso a favor de la hegemonía socialista. Los reajustes de las
organizaciones de masas aún no devuelven una respuesta emergente al efecto. Los
“pesaos” siguen siendo, peligrosamente marginados en las acciones a nivel de
vecindario; se comienza a ver bien respirar con un cuerpo distribuyendo cada una
de sus mitades en terrenos diametralmente contrarios. El suicidio para el
enfrentamiento en la lucha de clases, contra la ocupación imperialista del
mundo.
Se hace un esfuerzo por “bajar” la semiótica para acercar el
discernimiento crítico a la gente de a pie, y puede ser que el despliegue de
esa ocupación del mundo, haya sembrado, antes, en cabezas dominadas una versión
más “potable” por banal sobre la pacificación mental burguesa; y entonces
parezca que quienes nos expresamos en cábala somos nosotros. La dominación
imperialista es difícil de desarticular, como decía el viejo Albert: es más
fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Y ese prejuicio consiste en que el
socialismo democrático y con justicia social es inviable.
Al cosificar las relaciones sociales, la interacción entre las personas
se sustituye por la interacción con las “cosas”, la sandez de las mentes se
torna un lujo sociocultural dentro de cualquier cotidianidad; la gente comienza
a ostentarla, como un bien preciado dentro del rentismo improductivo que a
través de las imágenes globales exhibe a los pobres cargando con un tareco
electrónico o electrodoméstico como el clímax de la justicia social. Recuerdo que durante los primeros años de la
revolución cubana, la foto de un campesino mostrando su certificado de
propiedad de la tierra entregado por la Reforma Agraria en acto efectivo de
justicia social fue un golpe político contra el imperialismo. Hace rato que esa
foto no aparece sino en algún museo cubano.
Todo lo “políticamente correcto” en la actualidad mundializada debe
enrumbarse hacia el rentismo improductivo, hacia el ocio que propicia el
mercado global del entretenimiento, hacia la adicción del alcohol y las drogas;
en Cuba, por ejemplo, la dependencia etílica debe rondar niveles preocupantes,
que ya incluyen a las mujeres. La recaudación comercial local, siendo la cubana
una economía de servicios sobredimensionada, se soporta desde hace más de
veinte años en el consumo etílico, cuya agudización se percibe a partir de los
noventa del siglo veinte coincidiendo con la crisis de esa década. Las
relaciones sociales entre grupos la tienen como su centro neurálgico. Todas las
transacciones ilegales y los procesos de corrupción (o casi todos) están
signados por ella. Las celebraciones comunitarias se mueven a su vera.
Ese rentismo improductivo que expedita la posibilidad de un modo de
vida de terciopelo, promovido por las telenovelas “latinas”, que ensalzan la
vida muelle y al “aguacero milagroso” de dinero duro, la vida que pasa a través
de los cristales oscuros de un van, viendo reventarse a la gente humilde en el
medio de la calle, tras el afortunado matrimonio con un extranjero. El sueño de
una remesa salvadora en dólares angloestadounidenses, y su acopio parasitario
no son, ya sucesos extraños sino que forman parte del sentido común en lo “políticamente
correcto” dentro de un “capisocialismo”.
La ostentación en los espacios de pobreza, o la ostentación de la
pobreza como si un logro aterciopelado de la legitimidad burguesa, es la
película que puede mostrar un contexto socialista bajo insuficiencia
productiva, en busca de asimilar los actos de justicia social efectiva en su
valor de cambio por parte de los beneficiados por éstos actos. Hace algunos años Mario Coyula alertó, ante
la interacción tóxica entre la corrupción y su acopio que irrespeta a la
legalidad socialista:
“Todas las regulaciones están escritas, pero dejaron de imponerse. Lo
que el violador realmente teme no es a una multa, sino a que le demuelan lo que
hizo [su acopio parasitario]. Pero nadie quiere ser el villano de la película.”
[2]
El irrespeto a la legalidad es un culto globalizado. El disfraz
ridículo de la precariedad para el disfrute “occidental” se va convirtiendo en
el modo de consenso con la hegemonía angloestadounidense para que nos perciba
como divertidos dentro del mercado global y lancemos los principios por la
ventana; ¿quién dice que en Cuba no existe lucha de clases?
Es la imagen de la pobreza la que genera el tipo de negocios que se han
aprobado, porque no producen nada, sino que hacen circular el mismo peso –CUP y
CUC– de un bolsillo a otro [sin implicación productiva alguna]. Se ha producido
una suerte de “timbirichización” de la sociedad, pero no podemos permitir que se
“atimbiriche” también el pensamiento y que prosperen relaciones sociales marcadas
por la marginalidad. Se está reflejando un
problema de marginalidad urbana (…). Los problemas […] no son exclusivos del
cuentapropismo. [3]
¿Podrá haber cambios sociales, o rectificación radical socialista
efectiva desde la amnesia que provoca desechar a la cruenta lucha de clases de
la que no estamos excluidos? La banalidad que empalaga a las mentes dominadas
por la cultura del capitalismo vuelve a generar otra época de “bolerones
etílicos” de vellonera en boga, para el desclasamiento del sentido de los
individuos; aterciopelando los ojos del sistema capitalista ya insoportable. La
Ley Habilitante aprobada hace poco en Caracas no puede quedarme en mera reforma
para que la gente acceda mediante precios justos al mercado deslocalizado de
tarecos electrónicos. No es salir en las fotos enseñando los “tarecos”, sino la
certificación de ciudadanía socialista en democracia. El La Habana, perseguir
la eficiencia productiva en pos de una economía sustentable, no puede implicar
la inexistencia de de praxis política socialista pertinente. No hay economía a
secas; ni en el capitalismo. Nadie en sus cabales
cree hoy que la economía es más importante que la política, pero por la misma
razón, tampoco es creíble una política que no ponga en cuestión abiertamente a
la economía. Separarlas
equivale a la muerte de la lucha de clases; o mejor, a la victoria del
capitalismo.
Desde el litoral oeste
de La Habana, revolucionaria, martiana y bolivariana… 25/11/2013
[1] Atilio Boron. "El concepto de
privatización está absolutamente excluido como política en Cuba". La
Haine. 8/8/2013. http://www.lahaine.org/blog.php?disp=impr&blog=3&p=70940
[2] Roberto Segre. Cuba. Una identità in
movimento. Entrevista al arquitecto Mario Coyula..
[3] Alejandro Ulloa García. Ciudades en
Cuba: ¿timbiriches o desarrollo? Cubahora. 3/07/2013.
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