viernes, 6 de diciembre de 2013

La figura de Nelson Mandela en retrospectiva histórica



 Por Diosdado Rojas Ferro

Ha muerto Nelson Mandela, es un acontecimiento triste, pero también es hora de hacer recuento.

La figura de Mandela hay que verla en su conjunto (única marera de ser dialécticos), no sólo antes de su excarcelamiento, esto es  sobre todo en la retrospectiva que nos lleva a mirar casi dos décadas atrás. Y no queda más remedio que ser también consecuente con nuestra manera de ver el mundo en el que vivimos, de nuestro compromiso con las mejores causas del mundo, con los oprimidos de la tierra sean quiénes sean, vivan donde vivan y tengan el color de la piel que tengan.


Mandela es sin duda un símbolo, inspiró a muchos, su ejemplo aún preso irradió dentro de Sudáfrica, en el continente africano y en el mundo. Los mismos que lo encerraron 27 años, en 1993 le concedieron el Premio Nobel de la Paz, y no es que no lo merecía, sino que quienes se lo adjudicaron se lo otorgaron en igualdad de condiciones con Frederik de Klerk, quien además del presidente sudafricano de turno con quien alcanzó la libertad Mandela, también fue su corresponsable carcelero, pues desde fines de los años 70 era ministro de los diferentes gobiernos del apartheid, su foto recogiendo el premio junto a su verdugo en realidad no es muy elegante, ni creo tampoco que haya sido un gesto que haya sellado la reconciliación, por cuanto los antiguos dueños de Sudáfrica, los creadores de aquella bárbara segregación racial, los mismos para los cuales ya Mandela no era un peligro (y por eso lo liberaron), los mismos hasta para los que ya el propio régimen del apartheid resultaba un obstáculo para la eficiente explotación del país, siguieron después y siguen siendo hoy los verdaderos dueños de Sudáfrica.

Es sintomático también el hecho de que en mayo de 2004, ya con 85 años y enfermo de cáncer de próstata, compartió en Madrid en la boda del Príncipe de Asturias y Letizia Ortiz, con muchos de los mismos que durante su prolongado encarcelamiento jamás se acordaron de él, muy al contrario, eran amigos y legitimizaban al régimen oprobioso que lo mantenía encarcelado.

No debe olvidarse que cuando los dueños del mundo (y digo mundo porque esa es la verdadera unidad de análisis, si no queremos perder la orientación correcta en el mismo) se les ha hecho imposible explotar a los pueblos y/o a determinada región, han hecho invariablemente concesiones, siempre y cuando estas sean compatibles y no pongan en peligro el objetivo supremo que mueve al sistema, la incesante acumulación de capital, por eso, no era muy extraño ver como lo liberaron en 1990 y dado el precedente que su colonia de lujo (Namibia), ya le habían concedido la independencia desde 1989 (en lo que sin duda fue clave la participación internacionalista de tropas cubanas en Angola), y ahora tenían en la misma como “administrador” incluso el hasta entonces líder de la más importante formación guerrillera del país la SWAPO Sam Nujoma, menos sorprendente era la liberación del también líder del Congreso Nacional Africano (CNA), organización que desde que se implantó la “democracia” en Sudáfrica en 1994 siempre ha sido el partido de gobierno (¡y previsiblemente siempre lo será!) porque los negros son mayoría en Sudáfrica casi el 80 % de la población y pese a ser el porcentaje más bajo de toda el África subsahariana.

¿Por qué  narro todo esto?, porque ¿quién mejor que unos pocos elegidos dentro de la propia raza negra para mantener dentro del “orden” al resto de la “plebe” sudafricana?, ¿quién mejor que Mandela en Sudáfrica y Nujoma en Namibia, verdaderos ídolos dentro de sus conciudadanos, para realizar esa “sucia” tarea para los genuinos y auténticos amos y dueños de Sudáfrica y Namibia?.

Esto no quita todos los restantes méritos a la figura de Mandela, pero la historia nos obliga a analizarla en todas sus aristas, porque hace algo más de 1 año la policía del gobierno de Sudáfrica asesinó a más de 40 mineros que estaban en huelga, heridos a más de 78 y encarcelado 259 que serán condenados en virtud de una ley de 1959, elaborada en el contexto del régimen del ‘Apartheid’ impuesto por la minoría blanca y que Mandela, no pudo, no supo o no quiso (lo dejo para los investigadores) abolir.

Hay que cuestionar la transición en Sudáfrica y al hacerlo hay que hablar de la figura de Nelson Mandela, de cuando se firmó el pacto de transición garantizando al capital blanco la protección de todas sus riquezas y todas sus desigualdades, sólo compartidas con la exigua oligarquía negra, esa transición pactada por Mandela ha sido un gran fracaso.

Pero como Nelson Mandela pasó 28 años en la cárcel, era un hombre simpático, preso político, nadie cuestionó la profundidad de la transición, de los pactos que firmó con sus ex verdugos, se podría haber pensado que era sólo cuestión de táctica, pero no fue táctica, fue un compromiso de la burguesía emergente negra con la oligarquía blanca, el pueblo negro de Sudáfrica fue olvidado.

Debemos decir que fue un pacto de transición con defectos profundos, y Mandela transó la libertad, por ser el Primer Ministro, presidente, pero las grandes desigualdades se mantienen. Las peores desigualdades de África están en Sudáfrica. Los negros más ricos de África, están metidos en colaboración con el capital inglés-norteamericano-israelita explotando al pueblo negro, esa es la realidad, no por gusto la primera letra de Sudáfrica es la quinta de los “flamantes” BRICS al que se unió en 2011.

No ha cambiado tras casi 20 años de mando africano. El problema no es racial el problema es de clase. Y la lucha de clases determina a los burgueses negros actuando como en cualquier otro país capitalista matando obreros para defender el capital, que en el caso de Sudáfrica es el del platino. Debemos enfatizar una y otra vez en el hecho de que la lucha de clases es lo central de la historia y no simplemente cambiar la piel de los oligarcas.

La oligarquía negra que estuvo en el poder con Mandela es multimillonaria, los que dirigen al partido del CNA, al sindicato afiliado con el partido, todos son burgueses, todos son miembros de country clubs exclusivos de los blancos, tienen 3 o 4 casas, 5 o 6 mujeres (idiosincrasia y cultura aparte); y las principales compañías mineras están en manos del capital inglés y con socios minoritarios de esta burguesía negra corrupta y represiva del Congreso Nacional Africano.

Pedimos disculpas  porque todo esto se diga en estas fechas, pero creo que para ser justo con el pueblo negro excluido e ignorado de Sudáfrica, al hablar de la figura de Mandela, no sólo debemos valorar su personalidad antes de 1990 (cuando fue liberado) o de 1994 (cuando fue elegido presidente de Sudáfrica) sino también después de esta fecha. ¡Y ojalá otros líderes del mundo que tanto nos han inspirado a todos, no nos desilusionen al final de su vida!, cediendo o acatando, cumpliendo o satisfaciendo las exigencias de los poderosos del mundo, algo que se ve venir y está de hecho ocurriendo en otras partes del mundo donde gobierna la “izquierda”.

Termino parafraseando a Martí, con algo pensado por el prócer cubano para lo que para él sería “Nuestra América”, pero que hoy puede decirse que es válido para todo el mundo, y para el pueblo negro de la Sudáfrica de Mandela sin duda alguna: “Así esta Bolívar en el cielo del mundo, vigilante y ceñudo, calzadas aún sus botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho sin hacer está hasta hoy, porque Bolívar tiene que hacer por los pobres del mundo aún mucho todavía”.



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