miércoles, 16 de octubre de 2013

Por qué somos chavistas





Colectivo Editorial La Guarura Impresa

Hace escasos días nuestro compañero y amigo de luchas, Lusbi Portillo, nos invitó a compartir con él sus experiencias a través de un Foro que en la ciudad de Mérida se llevó a cabo con el objetivo de continuar informando sobre la situación de las entregas de tierras al pueblo yukpa de Sierra de Perijá. Allí, por supuesto, nos encontramos con Carmen Fernández, la cacica del pueblo kuse, y con Sabino Romero Martínez, el nuevo cacique del Centro Originario Piloto Chaktapa.

Mérida recordaba entonces sus 455 años de fundación, y este grupo pequeño, pero gigante de luchadores sociales, nos habló de las otras formas de colonización y devastación que sufre hoy este aguerrido pueblo Caribe, y de su también inflexible y total decisión a resistir y combatir a riesgo de sus propias vidas, para lograr al fin devolverle a sus pueblos y futuras generaciones, la soberanía sobre el suelo en donde viven, así como la posibilidad de nuevas formas de producción que les garanticen una existencia digna y respetuosa de su cultura ancestral.



Lusbi, nos alertó también sobre la necesidad de mantenernos movilizados en solicitud de castigo a los autores materiales e intelectuales del recién asesinado cacique Sabino Romero Izarra, y nos conminó a no permitir que estas estructuras jurisdiccionales corrompidas e ineficientes les confirmen a estos herederos de la barbarie civilizatoria occidental, que la masacre de los pueblos aún continúa, terrible e impune, para seguir derramando la sangre de nuestros hermanos, que es también la nuestra.

Al final de la ardua jornada, Carmen Fernández, nuestra "Anita", manifestó su deseo de quedarse entre nosotros un día más. Lusbi, sorprendido, nos dijo: "Sería el único día de vacaciones que tenga esta mujer de hierro y de silencio…" Sí, Anita es una mujer hecha de estas dos sustancias de resistencia. Le han asesinado a sus hermanos yukpa y ha visto morir a sus propios hijos en la lucha por la tierra. A aquel joven luchador que se mantuvo  hombro a hombro junto a Sabino, a aquel ser luminoso que fue su hijo y que nosotros conocimos como Alexander Fernández y a quienes sus asesinos le dispararon en los ojos. Antes, estos nuevos ejecutantes de la barbarie colonizadora habían matado a José Luis, su hijo mayor, herido casi de muerte a su hijo Gabi y diezmado a un número significativo de compañeros de su etnia. Y los llamados a custodiar la integridad de su vida, algunos integrantes de la guardia nacional (que nunca podrían nombrarse como bolivariana) llegaron a amenazarla con matarle el resto de sus hijos y hacerle beber su sangre. Todo esto ha venido ocurriendo para nuestra vergüenza durante el gobierno chavista.

Anita tenía que quedarse en Mérida un día más para mostrarnos su alma de pueblo, universal y sin etnia, para explicarnos cómo desde el silencio, pero en el largo e inexorable caminar de sus ancestros, ya no es posible tolerar injusticias ni marchar solos sin la fuerza del hermano, del otro combatiente. Anita tenía que quedarse en Mérida para avanzar en la neblina de la Sierra Nevada buscando el canto de unas aves que presentía pero que no atinaba a escuchar por el denso y húmedo silencio de los pinos merideños. Tenía que quedarse para decirnos que continuaba siendo chavista porque gracias al apoyo de políticas promovidas por Chávez, su pueblo había conquistado grandes logros: "Gracias a Chávez, tuve un crédito y compré unas vaquitas que son hoy el sustento de mi familia. Él abrió la posibilidad para que nos devolvieran la tierra. Por Chávez ya los watías no pueden entrar sin permiso en nuestras tierras y hacernos daño. Y nosotros, los yukpa de Sierra de Perijá, seguimos caminando, seguimos resistiendo…"

Así, entre breves resquebrajaduras de su silencio de témpano, "Anita" nos hizo entender a plenitud esa voz inflexible que muy dentro de nosotros se niega a romper definitivamente con esa caracterización de un modo de sentir y reaccionar ante nuestra realidad histórica que todos hemos dado por llamar chavismo. Nos hizo comprender, en un instante, el papel del sujeto histórico que configuró la personalidad de aquel otro caminante que llegó del llano barinés para alzar su palabra entre nosotros, y adelantar a paso redoblado otro trecho más del camino. Y seguir resistiendo.

Y ante un grupo pequeño de aliados de la causa yukpa, el espíritu de Anita se alegró de escuchar de pronto cómo las aves parameras rompían en trinos suaves y pausados, mientras sentenciaba orgullosa: ¡Aquí también hay pájaros que cantan…!

Esa es Anita, la cacica kuse Carmen Fernández, la mujer de hierro y de silencios que nuestro compañero Lusbi nos dejó un día más en Mérida para que pudiéramos comprender que la lucha es y será siempre indetenible, que algunos tomarán la vanguardia, atinarán y errarán también en el combate, porque aún no hemos consolidado como pueblo una conciencia crítica y autónoma que nos permita cabalgar veloces al encuentro de un sendero de la historia de los pueblos, en el cual los hombres y las mujeres no nos sea indiferente ninguna manifestación de injusticia contra la humanidad, los seres vivos que pueblan este espacio y la tierra que nos da sustento.

A ese chavismo de lucha y resistencia atamos definitivamente nuestro destino. Echamos nuestra suerte junto a ese chavismo que nada tiene que ver con poderes constituidos. Nada tenemos que ver con ese otro chavismo, ese que creció a la sombra del poder, el chavismo rojo, rojito de franelas y boinas oportunistas, y que ha devenido en la presencia de funcionarios venales, incapaces, burocratizados y ajenos al sentir del pueblo y en un consecuente festín de incondicionales que vendieron su alma a un socialismo aburguesado que deja debajo de la alfombra el meollo del problema social que flagela al pueblo venezolano. Marchamos con Anita, que se reconoce chavista en la medida en que encuentra en ese hermano llanero que se llamó Hugo Chávez, una mano amiga para seguir resistiendo. Un Hugo Chávez que es parte del camino, pero que no es el camino. Un líder que alzó una bandera justa y que cayó en pleno combate, pero que con su personalidad consustanciadora de nuestra herencia de pueblo, logró reunir nuestras fuerzas dispersas y convencernos de que somos indestructibles.

La Guarura Impresa también está en marcha al encuentro de las voces de nuestros otros hermanos, los que luchan y los que siempre sirven de retaguardia para empujar al sol, como decía Alí, y hacer que amanezca más temprano. Y sí, Anita, también estaremos presentes para que siempre hayan pájaros que canten y le susurren a los combatientes el camino de la lucha, que es sin lugar a dudas, el camino correcto.

¡Qué viva el pueblo yukpa en resistencia! ¡Qué viva Carmen Fernández y la verdadera lucha de emancipación de la mujer venezolana! ¡Qué viva la rebeldía que inspiró el "por ahora" de Hugo Chávez Frías, y en consecuencia, los gritos de lucha de un pueblo venezolano indómito, siempre en resistencia!



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