lunes, 7 de octubre de 2013

La distancia más corta entre dos puntos puede ser la más enrevesada. La subversión económica es una guerra.



“cada vez que los seres humanos encuentran una solución, resulta ser un problema para la economía […] capitalista [que] respira ya de una manera demasiado aparatosa, […] complicada y problemática, como para que los seres humanos vengan encima a traerle más problemas. [...] El mercado ha declarado revocable al hombre y debemos asumirlo como una avanzadísima innovación […]; (porque la mejor respuesta a una pregunta sigue siendo una paliza o un misil)
Santiago Alba Rico.

Por: Víctor Andrés Gómez Rodríguez
La intención es analizar nuestra situación como sujeto social dominado (colectivo) frente a los acontecimientos que se suceden durante la –dilucidada y estudiada por Ceceña- ocupación del mundo por parte de la hegemonía angloestadounidense; que no es solo su despliegue bélico, aunque es lo que más se ve a través de los medios globales de “comunicación” que deslocalizan la información trastornando a la noción del sentido común.

Asistimos a una integración regional latinoamericana, equivalente a levantar el pie izquierdo (el derecho está convaleciente de la explotación histórica), y dar el primer paso hacia esa reunión soberana; que lo es precisamente porque ni la dominación angloestadounidense ni sus lambiscones canadienses aparecen en la fórmula. Ahora viene ponerse de acuerdo como diversidad que se complementa mutuamente. No existe algo más grotesco o de mayor incoherencia intelectiva crítica que la homogeneidad; herramienta cultural muy eficaz para la dominación. En el proceso que estamos experimentando hoy es donde se localizan fermentos de nuestra adoración por el riesgo de caer en un socialismo burgués.  


A vuelapluma, esa integración latinoamericana en soberanía, por deslastrada de síntoma alguno de “oeismo” –que viene de OEA-, posee una interacción comunicante que parte desde Cuba revolucionaria y socialista, en conexión con la revolución bolivariana de Chávez, la pluricultural de Bolivia (Evo), la ciudadana de Ecuador (Correa) y la sandinista de Nicaragua (Ortega). Ese es el núcleo de sus vasos comunicantes.

La relación entre Cuba y Venezuela es como la que existe entre el corazón y el cerebro. Que me disculpen los poetas y las personas con alta densidad espiritual, pero el corazón no está por sobre la cabeza; ni la cabeza controla al corazón. O trabajan complementándose en equilibro aun si precario, o habrá que prever el costo para el crematorio. Lo cierto es que Venezuela está en el colimador de la agresión imperialista; la riqueza en recursos naturales, y la indigencia de su oligo-burguesía son factores lo mismo a favor que en contra de sus posibilidades de “virar esta tierra de una vez”, en pos del socialismo bolivariano, mediante esa integración. El mayor riesgo es subjetivo. Vamos para siete meses sin Chávez Frías, pero el Comandante de la Revolución Bolivariana está aquí; solo que a algunos a veces se les olvida:

1.       La desesperación por “salir” del estatus de sujeto social dominado (colectivo). El triunfo de la propuesta de cambio radical en la reproducción es sumamente complicado; la efervescencia misma que tal cambio radical implica trae consecuencias muy a largo plazo entre las personas. Tumbar a un orden político implica al desmantelamiento de su cultura: al sistema productor de variables de dominación. Durante la expansión de la cultura del capitalismo (a lomos de la modernidad europea según Samir Amín), que ha durado bastante, y bien lejos en el tiempo, su seducción y depredación, estableció una estructura material que mediante el perfeccionamiento de sus relaciones sociales de producción devino en cultural dentro de esa misma expansión. Horadando sobre el lomo y la mente del sujeto social dominado (colectivo) sometido a su acumulación, hoy parasitaria, de capital y de todo lo que pueda devenir en tal, “sembró” en el sentido común (hoy globalizado) una manera de sobre-vivir en una “paz”[i], seductora y “quieta” que no es sino el tiempo eterno de la guerra imperialista en la que uno se la pasa corriendo delante de un misil para que éste no te reviente encima. Solo que en esa carrera del sujeto social dominado (colectivo) delante del misil del dominador, ya no se usan las piernas, sino un estado mental alterado. La efervescencia del triunfo revolucionario, en pos de ese cambio social radical (vuelvo a los conejos de España) puede hacernos creer que el camino es relativamente corto, y está expedito, cuando a partir de ahí todo deberá ser más difícil –Fidel lo advirtió en Santiago de Cuba a finales de 1959. La resistencia de la dominación desmantelada será férrea; aunque se olvide que lo más arduo del proceso estará, está en cambiar radicalmente las “conexiones sinápticas” que durante tanto tiempo dilucidaron el nivel de mental, el sentido común de las personas. Y lo más preocupante: aún después de un tiempo del triunfo, es que las personas legan dichas “conexiones” criando a otras dentro de un contexto políticamente nuevo. El mismo fárrago inserto en su mente por la dominación burguesa, su cultura, se difunde y despliega fuera de contexto idóneo por un tiempo imprevisible. Estregas con cepillo de alambres de acero, duro; y no se cae. Solo la misma persistencia de la acción durante bastante tiempo lograría despegar la costra del neocoloniaje. ¿Nos percatamos de la necesidad de fundamento, cultura, en la praxis política? ¿Es que el arroz congrí, la carne de puerco, la yuca con mojo y la ensalada son alimentos perjudiciales a la salud, con que celebrar el triunfo de los antes dominados?  ¿La cerveza Polar es mala de por sí? No si la producción de esa comilona es consecuencia del trabajo honesto y libre; otro gallo cantaría si sirve al acopio de capital parasitario en función del rentismo improductivo. Evitando el riesgo de un infarto cerebral intento una variante “micro” de la historia de la explotación en nuestra región, limitándome a advertir que la evolución cultural capitalista, que todavía se expande, aun sin territorios disponibles que casi se agotaron; tras dislocar a sus espacios de producción hacia donde el trabajo casi no exige inversión salarial, y desregularse de cualquier obligación legal en dicha acumulación de capital, ha entronizado en la testa del sujeto social dominado (colectivo) el entuerto de que todo el que lo desee puede vivir mediante acopio parasitario hacia rentismo improductivo; es decir, “soñar” al mismo socialismo a partir de joderle su vida al prójimo: viviendo del sudor del lomo ajeno. Y adelanto que si alguien cree que el futuro del cambio radical socialista en la reproducción en Venezuela Bolivariana de Chávez, depende del petro-rentismo instaurado desde mucho antes de 1998, venezolanos y latinoamericanos estamos fritos (sin papas acompañantes). La continuidad de ese rentismo es la muerte del cambio radical, incluso antes de nacer. La experiencia de procesos como el de la revolución cubana propician confirmar que la muerte del rentismo alivia al proceso de cambio radical en la reproducción (social) del peor de sus inconvenientes. Quizás, en el ámbito de las Ciencias Sociales cubanas, no sea un tema tan recurrido (por eso, quizás, ahora estamos combatiendo una corrupción que nos da al nivel del cuello). De manera empírica puedo testimoniar que durante los primeros quince años del proceso revolucionario fueron muchas las personas que cumplieron prisión en Cuba por malversación, estafa, receptación y defalco; al menos para mí fue sorpresivo. En mi familia conocí dos casos. Y lo más interesante: casi todos los procesados eran personas de origen humilde; gentes beneficiadas por la Revolución, que decidieron intentar “vivir” nominalmente de un puesto laboral, pero sin “pinchar”; o desfalcando por sobre su salario –hablamos de robo al Estado cuando era mucho menos frecuente el robo a las viviendas o a negocios particulares; en Cuba hubo negocios privados hasta 1968. Algunos creyeron que al socialismo (que es una transición y no un fin en sí mismo) se llegaba en taxi o “cargado” como un párvulo. Y eso que aquella década de los 60 fue una de enormes sacrificios y disposición combativa y laboral de la mayoría de las personas. Pero sentó un precedente: alcanzar la transición socialista es un proceso mucho más largo y complicado que dura generaciones, sobre todo con el imperialismo “jodiendo la pava”. Que la gente puede cansarse si le metes el pie con una perspectiva sacrificial, semejante al cuento “chino” del fundamento capitalista angloestadounidense de que cualquiera, si se lo propone, llega a millonario. Pues bien, el embrollo más grande para ese cambio radical es convencer a las personas que solo el trabajo honesto y la eficiencia productiva socializada, la reproducción de la decencia, resolverá el problema real. Y de que el asunto no consiste en imitar al modo burgués de la holgazanería a costas del lomo ajeno. Hoy se agrava el asunto porque hasta las telenovelas y las producciones de Hollywood, Telemundo u O’Globo cuentan el “chiste” de que alguien, por azar, le metió una patada a una piedra y salió un millón. O de que el secreto está en acopiar aunque tengas que alistarte en los ejércitos imperialistas para la consumación de otros genocidios; y que se fastidien los demás. O que “obtener” un puesto de poder expedita el camino a alguna caja fuerte, aunque por lo bajo tengas que traicionar a tu abuela. Y todo porque hay que caminar “demasiado” hasta el socialismo y eso cansa. La lucha social por el cambio radical socialista es un sentido de la vida; confrontarse contra las injusticias no admite sometimiento a modo alguno de dominación; ni al cansancio. La desesperación, como actitud,  por salir del estatus de sujeto dominado social (colectivo) durante el cambio radical en la reproducción tras la toma de poder, es una trampa con que desmovilizar al pueblo políticamente organizado, que es quien debe materializar y controlar al proceso de cambio, exigirle a quienes los están representando políticamente, por mandato mismo del pueblo políticamente organizado, que están en el deber (obligación, responsabilidad) de si se “montaron” en este carro no sea para divertirse, o que se bajen y sigan por su cuenta. Pero eso es viable solo luchando. Por ahora no hay paz posible como decía Kohan, sino la del dominio burgués. Venezuela Bolivariana, durante el cambio radical socialista posible está obligada a hacer sustentable al cambio socialista, en democracia amplia, desmantelar a esa ultraderecha (y a la no ultra), meter en cintura constitucional (ciudadana) a la que resta. Y darle candela por los cuatro costados a la crápula que usa gorra roja chavista con que engatusarnos. Y será solo el comienzo. No existe algo más sórdido que la atracción por un “socialismo burgués”.  

2.       En la brega de la lucha de clases, ante la agresividad de la reacción interna y externa, no se puede “amagar” con la radicalización del proceso de cambio socialista, con desatar el clímax de la energía del pueblo políticamente organizado. El mismo proceso de cambio radical es ese clímax; es un disparate táctico que puede costar confusión de ambos lados. La ultraderecha (y la no ultra), sus cancerberos enmascarados dentro de la hegemonía socialista (poder) y los “confundidos” de buena o mala fe, podrían comenzar ciertos consensos de baja intensidad para convivir en medio de un estado de falsa estabilidad social que no es más que fingir un coro manso y des-guarimbeado, mientras hiperkinéticamente continúan moviéndose por debajo del piso. Si alguna cualidad intelectiva y ética poseía Hugo Chávez Frías era el dominio del diálogo en la tribuna pública; ni una palabra de más o de menos. La lengua “ligera” no era un defecto suyo. Lo que decía ya estaba pensado y por hacer en consenso con el pueblo políticamente organizado, y cuando era necesario lo llevaba a referendo. Así lo hizo quince veces, y hasta dónde recuerdo solo perdió una vez. Con cada frase ponía el corazón junto con la agudeza de intelecto; y mucho coraje. A la reacción interna y externa, Maduro, no es necesario aclararle que no se le teme porque usted está representando al pueblo políticamente organizado que es el soberano; es el que manda. Y que se lo está jugando todo. Nadie manda y salva en particular; todos nos complementamos para el empoderamiento que nos salve, y salve al proyecto histórico de emancipación social. Pienso que Ud., está comenzando a comprenderlo, pero hay cierta lentitud en la praxis política; cada momento en la lucha por el cambio radical es único, ¿no es la sociedad una sistémica?, entonces cada momento del proceso es irrepetible. Y desgraciadamente en muchas ocasiones no se puede “enmendar”; los retrocesos son regresos al punto de partida que el sistema capitalista vigila y espera con ansiedad buscando el “jonrón” de un misilazo que acabe con la revolución. Como bien advirtió Roland Denis, el proceso ha llegado al “llevadero”; a estas alturas no existe aspirina posible; a galope tendido con cultura política socialista pertinente, la expansión de la hegemonía no es un proceso pacífico o “pacifista”. La paz no se puede defender con la buena fe de los tontos; quien se lanza al mar de una revolución no puede pensar en cogerle miedo al agua, ni en tomar medidas para no ahogarse. Hay que nadar y llegar como sobrevivientes, héroes o como mártires, pero hay que llegar. No existe otro modo de darle futuro y presente a la revolución bolivariana venezolana y de nuestramérica. En democracia amplia por socializada, junto al pueblo empoderado por políticamente organizado.  

3.       El proletariado, que es porción importante de una revolución radical, para el cambio socialista, ha sido una clase vapuleada por los intereses del capitalismo, por los malos tiempos impuestos por las castas burocráticas socialistas; y por ella misma debido a las insuficientes: cultura y praxis políticas. El capitalismo ha eternizado el entuerto del camino más corto entre dos puntos, para que cada vez que se suscite la amenaza de una revolución social, apretar las clavijas de su poder socioeconómico y de su hegemonía (cultura), para que esa amenaza se desmande a sacar una papeleta hacia un “futuro luminoso” en un viaje de cuarentaiocho horas; y aterrice de nuevo… en medio del capitalismo. Las transnacionales del turismo, de los viajes de placer, se han hecho multimillonarias con el negocio de los foros internacionales. ¿Quiénes son sus más fervientes promotores?  Sin profundizar mucho en la perspectiva histórica de esa complicación, existe cierta variante de anarquismo al que la hegemonía capitalista le ha ofrecido un espacio mimético de operatividad social con el objetivo de que se confronte de manera permanente contra el “poder” de cualquier índole; teniendo en cuenta que dentro del orden burgués siempre serán percibidos como una locura tolerable. Mientras no molesten demasiado al sistema imperialista; y para que estorbe lo suficiente durante el cambio radical socialista. Ha sido una de las debilidades históricas de la izquierda “libertaria”: la praxis política del caos. De ahí el indispensable consenso con el pueblo políticamente organizado. En medio de los problemas internos que la hegemonía imperialista padece en la actualidad, no le vendría mal el desajuste integral de la sociedad venezolana bolivariana; sus bases militares aguardan en territorio colombiano. El empoderamiento de los trabajadores es para consolidar la unidad complementaria (entre todos) en la continuidad de la revolución bolivariana, chavista. La disgregación es la muerte de la revolución.
4.       La pugna por la propiedad del grifo de la estabilidad económica, es una parte de la guerra orgánica que el imperialismo angloestadounidense perpetra contra la revolución bolivariana; se debería tener cuidado de evitar abrir otro grifo sin desmantelar al que tiene como herramienta la reacción interna y externa para desguazar a la sustentabilidad del país. Si el Presidente Maduro el martes 8 de octubre pide al parlamento poderes especiales para tomar las medidas necesarias contra esa guerra económica, debe tener presente en honor a la democracia y a los poderes constitucionales, la efectividad de la praxis política, legal, en la utilización de dichos poderes. Esa guerra económica forma parte de lo que Ceceña ha denominado ocupación imperialista del mundo; no es un mero enfrentamiento contra unos camiones de arroz, cajas de jabones y escape de dólares “preferenciales” en función de alimentar el rentismo improductivo de la corrupción. Sino el despliegue de esa guerra. Kelly K., la chica CIA de las pistolas rubias, Capriles el Homo-Felacionista, el izquierdismo burgués de cierta casta burocrática, sobrina de la “gatica de María Ramos” que tira la piedra y esconde su mano, y hasta el mismo etnoneutral Barack Obama no son sino piezas de ese despliegue. Hay que recurrir al poder del pueblo políticamente organizado. La gente defiende y produce cuando se siente dueña del modo y el medio de producción. Es una guerra; pero como decía José Martí, un país no se dirige como si fuera un campamento. La cultura socialista pertinente es necesario socializarla para que la gente sepa por qué va a levantar un dedo; o a desmantelar una agresión. La distancia más corta entre dos puntos puede ser muy enrevesada. Y fue el capitalismo en el inventó la aplicación de la ley del embudo dentro de la lucha entre clases antagónicas. La guerra económica es una guerra; ¡si lo sabremos bien los cubanos!   




Desde el litoral oeste de La Habana revolucionaria, socialista, bolivariana y chavista.
07/10/2013




[i] Kohan advirtió que: "El orden se estructura desde la violencia, no hay orden natural. La "paz" en general no es más que el dominio burgués."

No hay comentarios:

Publicar un comentario