Por: Heinz
Dieterich |
Tomado de Aporrea.org
1. Salvación instantánea en dos días
Si Maduro y Cabello quieren salvar el proceso tienen una solución
inmediata: llamen a Rafael Correa, único Presidente latinoamericano que tiene
una comprensión profunda (científica) de la economía de mercado. Tráiganlo
discretamente una tarde con su equipo económico, denle las estadísticas reales
de la crisis para estudiarlas en la noche y pídanle para la tarde siguiente un
plan de rescate. Así evitarán el colapso.
¿Quiere decir esto que Correa es un genio o que en Venezuela
no hay buenos economistas? Claro que no. Entonces, ¿por qué traerlo? Porque
cambiar el rumbo y salvar al Titanic no es un problema de conocimiento, sino de
poder. Todo economista venezolano bueno –keynesiano, neoliberal o marxista–
sabe que hay sólo dos o tres opciones posibles. Pero, la actitud de
autosuficienca del círculo gobernante es tal que no escucha razones científicas
ni de sentido común. Sólo un peso pesado como Correa o Fidel Castro pueden
romper tal locura.
2. Fin de parches
económicos: necesidad de reconfiguración total
Hugo Chávez realizó durante su gobierno cinco ajustes al sistema
cambiario, incluso devaluaciones. Ninguno de esos ajustes ha sido suficiente
para impedir el desastre actual. Esta vez se necesita una reconfiguración a
fondo de todo el sistema económico-político, que abarque los aspectos
monetario, fiscal, económico, social, discursivo, jurídico-penal y político. En
una palabra, se necesita un nuevo paradigma de la Revolución.
3. Ganar con las
ciencias militares y económicas
Para que la ofensiva estratégica de salvación --la
reconfiguración-- triunfe tiene que cumplir con tres requisitos. Dos de la
ciencia militar y uno de la ciencia económica: a) toda ofensiva exitosa
requiere sorpresa, objetivos claros y poder de fuego (surprise, objective,
mass); b) el centro de gravitación tiene que estar definido en términos de
lugar, momento y concentración de fuerzas de la batalla decisiva, para quebrar
al adversario; c) toda reconfiguración
tiene que partir del valor real del Bolívar frente al dólar.
4. Chávez y los precios
del destino: petróleo y dólar
El destino de la economía venezolana se rige por dos precios:
el del petróleo y el del dólar. El primero lo determina el mercado mundial. El
segundo lo determina exclusivamente el gobierno venezolano. Controlar
estatalmente el tipo de cambio y los volúmenes de entrega interna del dólar,
fue una sugerencia que Fidel le hizo a Hugo Chávez, en el 2003. Después de tres
intentos de golpe de Estado de la oligarquía/Washington, la medida fue
necesaria y correcta para impedir que la oligarquía colapsara el proceso mediante
la fuga de capitales. Fue funcional a corto plazo para evitar una hemorragia
económica inducida, pero a mediano plazo no podía funcionar en una economía de
mercado abierta. La drástica devaluación del Bolívar que hizo Hugo Chávez en
2010, demostró esa verdad previsible.
5. Chávez compra la paz
interna con los petrodólares
Si este desenlace era previsible, ¿por qué el Comandante
mantuvo el sistema cambiario hasta que se convirtió en la bomba de tiempo que
hoy amenaza a destruir el Bolivarianismo? La respuesta es obvia. El mecanismo
se había convertido de un mecanismo de control de la burguesía en un mecanismo
de su cooptación: un mecanismo de cooperación de clase. Por eso, cuando Vielma
Mora y Samán interfieren con esta alianza estratégica de clase, tomando en
serio los discursos “socialistas” del Presidente, tienen que irse.
Fue el mismo Presidente que, apenas instalado los controles
del dólar (2003), permitió que no se aplicó con rigor operativo el modelo. Su
estratagema de comprar la paz interna a la burguesía fue un éxito político;
pero se realizó al precio de corromper el Estado en la entrega fraudulenta de
divisas, de despilfarrar parcialmente el plusvalor económico petrolero en la
pacificación de la burguesía, y de no sanar estructuralmente a la economía,
porque la burguesía venezolana nunca tuvo interés alguno en desarrollar el
país. La única alternativa a esta
operación de compra-venta de los “mantuanos”
--una clase dominante antagónica-- consistía en destruirla.
Inmediatamente después del golpe fallido y, probablemente durante los años
2004-8, había condiciones para hacerlo. Pero, por las razones que fuesen, el
Comandante optó por no hacerlo.
Las mismas estadísticas del Estado demuestran
irrefutablemente esa política desarrollista de colaboración estratégica de
clases supuestamente antagónicas: la vieja clase dominante y la nueva clase
política “bolivariana”. Lamentable, esa alianza fue escondida ante las masas
mediante un fantasioso discurso de “socialismo cristiano y bolivariano” y una gigantesca
máquina estatal de propaganda que marginaba a toda persona que pretendía
revelar la verdad de lo que sucedía.
6. La burguesía cancela
el contrato de compraventa
Fallecido el Comandante, la burguesía, encabezada por
Henrique Capriles y Henri Falcón, decidió cancelar ese “contrato social”
peculiar. Ante la débil política “New Age” de Maduro y Cabello, completo con
karma y pajaritos reencarnados, no se contenta ya con una fracción del
plusvalor petrolero: quiere el 100%, aún a precio de un trueque… con la sangre
del pueblo.
7. La batalla decisiva:
el control del dólar
El precio del dólar es el pilar de las distorsiones
sistémicas de precios y flujos reales de la economía venezolana. Por lo tanto,
es el centro de gravitación de la ofensiva-reconfiguración. Quitarle a la
burguesía su parasitario ingreso en dólares tiene la consecuencia de volver a
la situación pregolpista de antes del 2003.
8. Operación Rescate
Teniendo en cuenta las especificaciones del punto “3”, se
debe flotar el dólar libremente para liquidar de tajo el mercado negro y la
especulación. Para sustentar el valor de la moneda recuperada, todos los
convenios de petróleo y minerales deben realizarse en bolívares. Paralelamente,
es imperativo quebrar los monopolios privados y disolver los cuellos de botella
del Estado que sólo sirven para el enriquecimiento de sectores corrompidos y
privilegiados. La libre importación de mercancías es fundamental para acabar
con el desabastecimiento y las corruptelas permanentes. Tales medidas generarán
a corto plazo un aumento de determinados precios que el Estado tiene que
compensar con subsidios directos a los consumidores y a pequeñas y medianas
empresas, no con subsidios generales a la burguesía, como sucede ahora. La
ventaja de estas medidas es que el sistema de precios volverá a cumplir su
función cibernética de transparentar los precios relativos reales de la
economía y orientar los flujos de trabajo, capital y mercancías y, al mismo
tiempo, deja de servir para expoliar especulativamente a los ciudadanos.
Una vez transparentada la estructura real de precios en el
país se puede establecer un régimen de flotación sucia, de cambio fijo o un
sistema del tipo que usaron Taiwán y Corea del Sur en su fase de
industrialización. Para que funcione tal sistema hay que regular a los
capitalistas y penalizar la fuga de capitales drásticamente, tal como hizo
Corea del Sur en su momento: diez años de cárcel e incluso, la pena capital.
Como éticamente no es justificable la pena de muerte, sería el equivalente de una
penalización de 30 años. Iniciar una política fiscal rigurosa contra la
burguesía y los funcionarios corruptos es fundamental. Y diseñar un discurso
que explique a la población que la sanación de la economía pasa por esta
reconfiguración y que el equipo que lo ejecute es el único garante de la paz
interna y del futuro, es vital.
9. ¿Quién salva el
Titanic “bolivariano”?
Escuchar al Ministro de Planificación (sic), Jorge Giordani,
que se acuesta y se levanta con Gramsci y la "hegemonía
revolucionaria", plantear, que “El regalado se acabó, sea la gasolina, la
electricidad y la vivienda bien dotada”, o cuando se ve a Maduro hablar de
pájaros-reencarnación de Chávez, se asoma la duda de que esa conducción
“bolivariana” haya entendido el dilema en que se encuentra y las formas de
superarlo.
Más allá de la injusticia, la idea de Giordani, de servirle
durante una década a la oligarquía con la cuchara grande y plantear ahora
hacerle pagar al pueblo la nefasta y costosa alianza con la clase dominante,
sería suicida políticamente tocar esos servicios básicos y las Misiones
Sociales. El hecho de que Giordani piense en semejante “solución”, demuestra
que está totalmente desconectado de la realidad, al igual que sus colegas.
La nueva clase política que ha generado el proceso de Chávez,
hoy día ya es el hermano gemelo de la de la 4ta República. Si dentro de ella
puede surgir una dirección colegiada y vanguardista para evitar el colapso, es
dudoso. En la dicción mística de la nueva clase: ¿Cuál es el karma del
Bolivarianismo? O, en buen romance: ¿Habrá un nuevo Chávez que pacíficamente
termine con esta tragicomedia? Mientras esperamos respuestas a esta pregunta
vital, debemos construir entre todos el modelo económico de salvación que
necesitamos.
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