martes, 24 de septiembre de 2013

Mientras, para que la transición socialista llegue nunca.




                      Por Víctor Andrés Gómez Rodríguez
“El derecho jamás puede elevarse sobre el régimen económico y el desarrollo cultural de la sociedad, condicionada por ese régimen”.
Karl Marx.
Algunas manifestaciones insuficientemente discernidas concurren para retrasar todo lo posible a una transición socialista sustentable por radical; es decir, por antiimperialista. Habrá quien barrunte: ¡oyé! este habanero de nuevo con la misma “tanda”.

1.      La corrupción como “contenedora” de variantes tóxicas de relación social en la reproducción.

En principio, la perspectiva actual del sistema capitalista mundializado es improbable sin desregularlo de las leyes por las que se rigen cada una de las naciones, a favor de la acumulación de capital parasitario, y de todo lo que pueda convertirse en capital. Las relaciones sociales de producción capitalista dentro del engranaje de la hegemonía angloestadounidense son una trituradora activa en función de ese acopio.

Teniendo en cuenta que la diversidad de cuerpos legales, puede estar activada con el propósito de custodiar el equilibrio sistémico durante, y para conservación de los actos efectivos de justicia social, uno de los objetivos vitales de la expansión del capitalismo es llegar a la acumulación de los recursos ajenos por sobre las regulaciones legales.  La corrupción es “conteiner” de una enorme variedad de modos tóxicos de relación social, que para ese objetivo de acopio parasitario está obligado –con mucho gusto-, a trastornar estructurales legales y jurídicas existentes, incluso dentro de los propios países capitalistas centrales.

Un cambio radical en la reproducción para implementar las condiciones para una transición socialista sustentable, equivale a una porción mortal de cianuro contra las relaciones sociales de producción capitalista y su acumulación parasitaria de capital.

Ejemplos como el golpe de estado militar contra el Presidente constitucional de Chile Salvador Allende en 1973, hace cuarenta años, su análisis crítico nos ayudaría a comprender que la desestabilización interna de un país a través de los trastornos que imponen esas relaciones sociales de producción capitalista, cuando dicho acopio de capital y la estructura política existente no están sometidas a los intereses de la expansión histórica del sistema y la cultura capitalistas. Si tales relaciones cambian radicalmente ese sistema se desmantela.

Para evitarlo entran a jugar su papel dentro de la reproducción (social) aun si con pretensiones de radicalismo antiimperialista, la diversidad de modos que contiene la corrupción. En Venezuela, aún, el grifo de la economía sobre todo en la esfera de los servicios lo posee la ultraderecha para mantener bien lejos a la posibilidad de paz social. El estado bolivariano socialista y chavista se ve permanentemente acosado por esas relaciones tóxicas. Cuba ha podido resistir la guerra política y económica de los gobiernos angloestadounidenses contra su estado socialista, desde una decisión que a partir de 1959-1961, definió al nivel del poder revolucionario como la hegemonía única dentro del territorio: la nacionalización de las empresas extranjeras que ocupaban a la política y a la economía locales. Al margen de las peculiaridades de ese proceso de nacionalización, que incluyó indemnizaciones a dichas empresas, ese paso definió el grado de poder político indispensable para el cambio radical de la reproducción, por una parte, y a la soberanía necesaria que ese poder exige.

En el caso de la revolución y el estado bolivariano fundado por Chávez, fue mediante el camino constitucional de las elecciones; inédito en tanto proceso triunfante. Y es, hasta el momento, la implementación constitucional de la legalidad de una nueva constitución siempre protagonizada y custodiada en democracia por el pueblo políticamente organizado, en una cruenta lucha social dentro de esos límites, lo que podría propiciar el avance hacia una transición socialista sustentable. El trastorno de las relaciones sociales de producción, copadas por la corrupción desde la derecha (ultra y sin “ultra”) la estrategia a que seguirá apelando el imperialismo global para desmantelar a esa revolución. Fuenmayor Toro plantea que:

"El gobierno actual ha llegado al extremo de decir que la corrupción existente es obra de la oposición, como si ésta administrara los recursos multimillonarios de la renta petrolera. El robo descarado en el SITME (20 mil millones de dólares), el desvalijamiento de FONDEN (130 mil millones de dólares), las pérdidas de PUDREVAL, los numerosísimos apagones eléctricos, la incontrolable devaluación monetaria, el aumento de la mortalidad materna e infantil, el regreso del analfabetismo, el incremento inaudito de la tasa de homicidios, entre otros, son obra de una contrarrevolución poderosísima. “S í Luis” le está diciendo el pueblo venezolano y no se han dado cuenta." [i]

Lleva cierta razón; si se interpreta que el gobierno bolivariano en el poder, no posee la suficiente conciencia política de que resulta muy difícil que dentro del funcionariado, las instituciones existentes, se pueden “colar” los oportunistas burgueses que son la avanzada de la corrupción en tanto, estrategia reaccionaria imperialista; y que dicha lacra, no está dispersa, sino que tales relaciones tóxicas conforman vasos comunicantes al servicio de los intereses de oligopolios y plutocracia puntofijistas. Sin crear las condiciones para el desplazamiento que desmantele a la preeminencia económico-política de la derecha resulta harto improbable que propuesta alguna de emancipación nacional y de integración regional soberana pueda acontecer. 

Pero la corrupción como herramienta esencial de la dominación capitalista posee un principio: “todo el mundo tiene su precio”, y le endilga un precio (en dinero duro) a todo. El funcionariado oportunista que logra colarse en las instituciones de estado bolivariano, inmediatamente que logra posarse en el espacio de poder, por las distintas vías disponibles promueve su “cartel” con el precio de costo para comprarlo. Teniendo en cuenta que el dólar angloestadounidense, desde 1972 está divorciado de su valor en oro; y es un “certificado” –papel-, que se mueve como una mercancía más, el culto al dinero, a su acopio, se aferra a rubros mundializados por su importancia estratégica como el petróleo, para que esa relación “biunívoca” refuerce el discernimiento popular del rentismo improductivo como una vía esencial a reclamarle al estado bolivariano; sobre todo si este último no crea –en tiempo-, junto al pueblo políticamente organizado, las condiciones para la diversificación económica y productiva en función de la sustentabilidad socialista, por democrática. Se dice rápido, pero es un tremendo dolor de cordal; más no existe otra alternativa. Desde la cancha de la globalización imperialista, ni pensarlo. Ante cada medida bolivariana socialista hay mucha gente ganando dinero, pagado por el imperialismo, para imposibilitarla a través de variantes de corrupción. ¿Cómo se ablandan los mangos para que se maduren? ¿Con carburo? No; con variantes tóxicas de relación social contenidas dentro de la corrupción. Y al final, la guinda será un misilazo.

2.      La ignorancia útil de las mayorías.

De poco vale toda la fuerza que pueda desplegar el pueblo políticamente organizado, si esa mayoría adolece de insuficiencias en el nivel elemental de cultura general. No pocas interpretaciones erróneas que dejan si soporte a los actos de justicia social o a las acciones de la lucha social, tributan un diezmo cruel al analfabetismo funcional. No existe conciencia política inculta. La alfabetización no es más que el comienzo de un esfuerzo que recordando al Che Guevara, exige delectación de artesano. La persistencia en el rentismo, en vivir del asistencialismo estatal pasivo, genera una caterva de idiotas “inocentes” que dentro del mundo globalizado burgués actual casi devino en pandemia. Limitar al pueblo políticamente organizado a protestar porque la harina de maíz se desapareció del mercado popular, o a que falta oferta de jabón; a repetir consignas hasta des-semantizarlas de su sentido ideológico dentro de la lucha social, es algo muy peligroso que asesina conexiones sinápticas para el pensamiento crítico.; que por cierto “no es un juego de mesa para pasar ratos amables” versionando a Néstor Kohan.

Siempre, la dominación imperialista le pondrá un límite a la capacidad de discernimiento del pueblo políticamente organizado (¿Existe un pueblo políticamente organizado, pero “ñongo”?). La organización política en democracia es la propagación sin fin de las capacidades del intelecto en función de la praxis política radical para desmantelar a todos los modos de dominación para excluir y explotar a los otros sometidos. R. Levins, en Cuando la ciencia nos falla, citado por Gil de San Vicente[ii], enuncia que:

«La ignorancia no es la ausencia pasiva de información sino una mezcla formada por datos, datos incompletos, datos acerca de cosas irrelevantes, expectativas irrealistas, conocimiento fragmentado, categorías rígidas así como dicotomías erróneas.»   
Así es que se puede tener un nivel de escolarización sin abandonar el espacio de seclusión del analfabetismo funcional. La conciencia política crítica, anticapitalista y socialista podría ser a estas alturas de los entuertos del imperialismo en un modo popular, políticamente organizado de “poner la pica en Flandes”. Como reflexionaba Simón Rodríguez, al que no sabe cualquiera lo engaña.

La revolución para el cambio radical socialista y anticapitalista pertenece a todo el mundo y es propiedad privada de nadie en específico. Lo que el pueblo no asume y controla hasta su materialización democrática, deviene en propiedad del discernimiento de la dominación burguesa para que pueda colgársele un “precio” en dinero duro. Y se factible comprar mediante variantes de relaciones tóxicas contenidas en la corrupción. Pero el poder popular, el de la gente políticamente organizada en democracia, tiene que ser uno (un régimen) sabio por culto; con una economía política culta. A estas alturas no hay lucha social efectiva contra las dominaciones desde un sentido común sin ilustración pertinente. Para entender a Roland Denis o a Hugo Chávez Frías, o a Simón Rodríguez hay que desarrollar el intelecto como el Che Guevara lo expuso. La zona del Petare está dentro de Miranda que está gobernado por Enrique Capriles; que anda por ahí, de viaje para acopiar capital y apoyo para otro intento de golpe de estado, mientras tiene al Petare como un espacio de pobreza secluído –más de medio millón de personas-, dentro de un país en revolución bolivariana. ¿Se ha pensado en la solución de un problema que implica directamente al acceso a un acto legítimo de justicia social, a pesar de la compleja situación existente?  









[i] Luis Fuenmayor Toro. ¡Que oposición tan poderosa!. aporrea.org. 16/09/13 - http://www.aporrea.org/contraloria/a173629.html
[ii] Iñaki Gil de San Vicente. Los peligros de los tópicos…INSURGENTE.org. 

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