miércoles, 11 de septiembre de 2013

Difundir los valores del socialismo, romper con la lógica del capital

Por Emilio Farrera

Hoy el proceso revolucionario requiere de un reimpulso emocional y las acciones a emprender deben estar conscientemente diseñadas y aplicadas.

Una cantidad de planes bienintencionados no han logrado calar en la población ni han tenido la eficiencia necesaria para producir cambios en la situación económica y social del país, bien por el contrario, la sensación de abandono que siente el pueblo en las garras de comerciantes e industriales inescrupulosos y especuladores, es cada vez mayor. La escasez de productos junto a altos precios, crea un ambiente de choque emocional que está llevando al pueblo a una ruptura emocional con el proceso político que hasta ahora ha apoyado.

Ese estado de desasosiego y frustración debe ser exorcizado  con campañas propagandísticas basadas en elementos emocionales positivos, de esperanza y fortalecimiento de la credibilidad en el proceso revolucionario y el socialismo Bolivariano. Al mismo tiempo que se emprenden acciones hacia el control de la distribución de productos de primera necesidad y su producción nacional, sobre todo el control de la distribución, que es donde radica la mayor debilidad del estado y la fortaleza de los  acaparadores; nada se haría ampliando la producción y dejar la distribución en manos del capital comercial, ambas deben ir por lo menos a la par. Pero estas políticas deben estar acompañadas por un amplio despliegue propagandístico a todos los niveles –la gran falla que hemos arrastrado a lo largo de estos 14 años.



El Presidente Maduro ha venido haciendo propuestas que no logran despertar el entusiasmo de las multitudes, a pesar de que tienen un signo positivo, propuestas como: El desarme, Patria segura, Barrio Nuevo Barrio Tricolor y tantas otras, pero que no consiguen incidir en la emocionalidad negativa que se ha ido gestando en la gente como producto de la inseguridad, escasez de productos, altos precios y desmejora en los servicios de las misiones sociales. Unos como fruto de la desestabilización de la oposición y otras por la ineficacia de un gobierno que se encuentra entrampado en su incapacidad de generar acciones que conlleven a la superación de los problemas.

Este entrampamiento lo determina en buena parte la dualidad ideológica que caracteriza al gobierno, en las que las lógicas del capital comulgan con el discurso revolucionario. Así vemos como por ejemplo, desde el Ministerio de la Alimentación se promueven políticas que fortalecen el aparato productivo capitalista y se mantiene hacia la población de bajos recursos, políticas asistencialistas desde lógicas cuartarepublicanas que no promueven estructuras capaces de sostener un nuevo sistema social de distribución y producción que tienda hacia el socialismo. 

La mayoría de las políticas ministeriales están planteadas para no romper el orden establecido, ninguna de ellas promueve la construcción de una estructura social diferente, entrando en contradicción con las propuestas de construcción de comunas, las que se quedan colgadas porque construir comunas sin romper las lógicas capitalistas en las acciones de gobierno es como querer volar dejándose caer al precipicio. 

Cuando las políticas se niegan entre sí lo que se obtiene, en el mejor de los casos, es una parálisis estructural.

Por ahora, es conveniente realizar una gran campaña propagandística promoviendo los valores socialistas del bien común, la paz social mundial, la fraternidad, solidaridad, etc. Capaz de crear una emocionalidad positiva a través de la cual se reimpulse el entusiasmo de la gente hacia el proceso, mientras se trabaja en la superación de los entuertos económicos, sociales e ideológicos de la población. Para ello proponemos la realización de actividades muralísticas, literarias, fotográficas, escenográficas basadas en estos tópicos. Así como foros, simposios y congresos culturales en todo el país, junto a una gran campaña propagandística por radio, cine,  televisión y publicidad vial.

El tiempo de la construcción de la patria socialista no espera y anda movida en una gran fuerza emocional positiva que se hace conciencia revolucionaria con la militancia. Sin emoción no hay revolución, sin comunicación ambas mueren.



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