miércoles, 14 de agosto de 2013

La pugna violenta entre el espíritu, el estómago y el bolsillo rumbo a la transición socialista.






“el capitalismo, [...] no es partidario de que haya seres humanos en todas partes ni de que los seres humanos lo sean durante toda su vida [...] cada vez que los seres humanos encuentran una solución, resulta ser un problema para la economía […] capitalista [que] respira ya de una manera demasiado aparatosa, […] complicada y problemática, como para que los seres humanos vengan encima a traerle más problemas. [...] El mercado ha declarado revocable al hombre y debemos asumirlo como una avanzadísima innovación […] (porque la mejor respuesta a una pregunta sigue siendo una paliza o un misil)[1] 

                                    Santiago Alba Rico.



La mundialización de la cultura capitalista expresa sus crisis a través de una pugna violenta entre el espíritu, el estómago y el bolsillo, que hasta el momento va liderando el último. ¿La razón? El modo más eficaz de dominar a los individuos es creando un vínculo entre esos tres elementos, pero controlado por la acumulación parasitaria de capital; es decir, por el bolsillo. Insisto, no en el acopio de “cosas” (simbólicas) u objetos, sino en el de todo lo que pueda parecer pertinente echar al bolsillo.

El objetivo de esa fórmula-entuerto es el control y la actualización del poder sobre los demás; y la sacralización del principio del éxito posible mediante esa fórmula, insolidaria e individualista que legitime el despojo masivo hacia la plusvalía parasitaria como esencia misma de esa cultura. Se expolian derechos, actos de justicia social, todo tipo de cosas materiales y simbólicas incluyendo a la misma cotidianidad de las mayorías obligadas a vivir sometidas al interés y el plus valor ajenos. Se expolian los sueños, la comida y los resultados del trabajo.

Se expolian las ideas; se devastan las ideologías en función de mantener vacías, sin conexiones sinápticas posibles a la cabeza de los sometidos, o a someter. La industria imperialista del entretenimiento es la gangrena del pensamiento. Quizás porque esto sea insuficiente, se está promoviendo la trans-humanización biotecnológica con vistas a diseñar (bajo la égida de esa cultura mundializada) al prototipo humanoide que jamás esté interesado en “salirse” de las normas impuestas a esa pugna antes mencionada.

No basta con que la cultura del capitalismo haya creado tradiciones que manipulen a la cotidianidad hasta el punto de que existan acciones sociales en marcha que en vez de trazarse estrategias para el desmantelamiento del sistema burgués, le “exijan” el aumento de acceso al mismo; una “democratización” que es ilusoria porque la equidad entre los ciudadanos es impensable dentro del orden capitalista, sin hacer implotar al principio básico del modelo angloestadounidense, hoy globalizado, de libertad en la desigualdad. Sin acopio parasitario de plusvalía, no hay sociedad capitalista viable. Y lo primero que sobra en el capitalismo es gente con problemas de bolsillo y de estómago que trastornan al espíritu al separarlo del pensamiento crítico (la cabeza). En el capitalismo está prohibido pensar; por eso la gente humilde puede llegar a dudar del cambio radical bolivariano, anticapitalista; y votar en contra de los movimiento sociales y de la praxis política que los sostiene; ignorar a quien le enseña a pescar, adorando al quien le lanza un pescado ciguato, al tiempo que ve ciguatarse, con pasividad, a la ineludible interacción entre el estómago y el espíritu a través del pensamiento crítico, que es la única manera coherentemente humana de pensar. Esa ciguatera se extiende al bolsillo propio para beneficio absoluto del bolsillo ajeno.

No hay que asombrarse, esa disfuncionalidad puede manifestarse dentro del mismo espacio socialista, antiimperialista cuando, ante ciertas dificultades por las que todo proceso atraviesa, los individuos comienzan a perder su memoria a largo plazo (memoria histórica) y se agarran a un clavo ardiente de esa fórmula-entuerto. A partir de ahí, la amnesia que resulta hace que uno comience a discernir a los actos de justicia social efectivos por su “posible” valor de cambio: el poder bolivariano, chavista y socialista le asigne una vivienda que después usted revenda al acopio parasitario de plusvalía capitalista de dos maneras básicas (hay otras): a cambio de dinero que no alcanzará para salvarnos de la vergüenza ética, ni del desamparo; o votando por la ultraderecha mientras desguaza como un cromañón urbano la casa, el apartamento recibido. No hay preocupación con el espíritu, luego de haberse uno quedado nuevamente en la calle con el estómago vacío y sin bolsillos el pensamiento se irá también por el tragante del inodoro. 

Renunciar al poder y a la dignificación mediante hegemonía pertinente que lo democratice, con tal de vivir del lado de afuera de la auto-seclusión burguesa disfrutando la tranquilidad del silencio del dominado, también ayuda a lograr la paz del espíritu a la hora de la misa.

Todo depende del prelado que dirija la ceremonia.

Siempre (al menos por ahora) habrá una Iglesia para la actualización y el mantenimiento del poder de los “propietarios” (la ultraderecha y sus conexos) y otra Iglesia para la materialización de la justicia social en la Tierra. No confundirse porque en realidad, dios no está en todos lados.

Los lugares bombardeados por los drones angloestadounidenses (Obama está una semanita de vacaciones con Michelle en una “isla de dios” pagada con el dinero para la comida de nuestros estómagos); los hijos del dios aislados en el infierno centroafricano de Ngoma, las personas asesinadas por la arrechera ultraderechista venezolana; los indígenas víctimas de la reacción latifundista; los niños con cáncer en los hospitales cubanos impedidos de acceder a los medicamentos por obra y gracia del bloqueo angloestadounidense a Cuba socialista; los mercados populares que se enfrentan a la malversación burguesa o pseudorevolucionaria; el ejército de desempleados que ha provocado la crisis capitalista en Europa; la biosfera a medio desguazar por la depredación del industrialismo imperialista. Los niños por nacer en medio de la indigencia que esa crisis ha disparado en la cantidad de homeless dentro de los propios Estados Unidos. Las mujeres vapuleadas por el feminicidio, el mercado sexual, las drogas y la violencia machista; quizás nada tengan que ver con la atención de dios (digo el del poder). El apoliticismo de los cultos populares y la sumisión al poder despolitizándolo es uno de los crímenes más horrendos perpetrados por la expansión de la cultura del capitalismo.

Y como lo anterior no es suficiente, se actualiza la tensión de esa pugna entre el espíritu, el estómago y el bolsillo, a favor de la mundialización capitalista. Hay que reconocer la dificultad de poner a funcionar el moropo (pensar críticamente) cuando por generaciones los individuos han sido acostumbrados a la obediencia de las tradiciones de la cultura capitalista; que propician el enriquecimiento espiritual con el avance tecnológico de féferes prescindibles en no pocas ocasiones, las grandes fotos a color de suculentas hamburguesas (con sus papas fritas) confeccionadas, quizás con algo de carne de rata; el sueño con el auto con que pasear la ciudad pasándoles por encima a los vendedores ambulantes y a los infelices de a pie. Y sobre todo, satanizando hasta la idiotez cualquier síntoma de cambio radical que desmantele al sistema capitalista.

Mientras el bolsillo siga prensando al espíritu contra el estómago hasta achatar a la cabeza, esa pugna seguirá a favor del bolsillo de la ultraderecha. La actual globalización capitalista es ultraderechista, Dentro de dicha pugna, cada vez que usted se mueva le seguirá el aparato que guía al lanzamiento de las bombas de los drones. Por primera vez en la historia de las civilizaciones uno pude estar vaciado de sueños, con una sequía brutal en el espíritu, con el estómago pegado al espinazo y los bolsillos llenos de huecos, observando con “felicidad” a un avioncito sin piloto que parece la versión aumentada de un juguete cazándole la pelea para donde quiera que uno se vire. Y seguir sobreviviendo hasta que le propinen un misilazo. 

La economía neoclásica capitalista es muy complicada. Y más importante que los seres humanos.



Desde el litoral oeste de La Habana revolucionaria, bolivariana y chavista…
13/08/2013





[1]    Santiago Alba Rico. El placer de ser tan desgraciado como tú. Rebelión. 12/04/2012. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=147834

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